Pocas veces en la vida se vio algo como lo de esta semana en política y fútbol, tal vez las dos mayores pasiones argentinas. La forma en la que la diputada nacional Elisa Carrió rompió con UNEN quedará en los registros de la actividad partidaria argentina para siempre: "A -Julio- Cobos le financió la campaña la efedrina", dijo la demasiado locuaz creadora de la Coalición Cívica. Patada traicionera, similar a la que le dio Leonel Vangioni a Juan Manuel "Burrito" Martínez en el violento choque copero de Boca-River del jueves. El periodista Nelson Castro comparó el cisma político que provocó la legisladora con lo ocurrido allá por el año 2000, cuando a poco de haber asumido la Alianza al gobierno nacional, Carlos "Chacho" Álvarez pegó un portazo a la vicepresidencia y dejó solo a Fernando De La Rúa, partiendo la gestión del luego renunciante presidente en dos. La comparación de Castro, por cierto muy bien hecha, fue porque aquello significó el principio del fin y lo de Carrió, hoy, parece provocar el mismo resultado en UNEN. Igual, sin ánimo de polemizar con semejante figura del periodismo, es probable que la partida de Carrió a casi un año de la elección general y a varios meses de las PASO resulte al fin una bendición para quienes piensan en la oposición como opción electoral. Ahora, tras la decisión de la legisladora, las cosas evidentemente están más claras y hasta es muy probable que esto fortalezca a otros dirigentes del armado opositor nacional. Lo de Carrió es como lo que es hoy buena parte de la dirigencia política, un conjunto violento que actúa sin razonamiento previo, casi igual a lo ocurrido en el Boca-River copero donde no hubo fútbol, tampoco estrategia, ningún lujo, ni medio caño, ni un pase milimétrico, casi ni un tiro al arco, todos movimientos torpes, violentos, como odiando el fútbol. Y lo de Carrió, UNEN y el resto de la vida política argentina es similar: sin programación, sin mentalidad ganadora, sin inteligencia práctica, y actuando como la bronca impone, sin usar la razón y mucho menos la experiencia histórica. Una lástima, tanto el Superclásico como lo de la vida política de nuestro país. En San Juan no se vive semejante violencia verbal y física en lo político (todavía), aunque sí reina el desconcierto. Habrá un acto la primera quincena de diciembre que servirá para esclarecer un poco el panorama, aunque nadie promete nada.

Pero veamos en detalle: Carrió, por si algún lector se olvidó, se distrajo o miró para otro lado, arrancó una entrevista televisiva con la siguiente munición gruesa: el senador radical Gerardo Morales "ayuda al oficialismo", dijo, como calentando motores. No contenta con eso aseguró después que el Frente para la Victoria "ganó con fondos de la efedrina". Acusación no demasiado novedosa, porque sus dardos contra el hoy senador Aníbal Fernández, relacionándolo con el mercado de la droga en la provincia de Buenos Aires, ya son un clásico. Acto seguido recordó a los radicales en su conjunto al tratarlos casi de cobardes: "Si no se animan a ganarle al PRO en la interna, ¿cómo quieren ganarle al PJ?". Ahí fue cuando descarriló por completo, al afinar su puntería contra el mendocino Julio Cobos: "Se financió con la efedrina y fue socio de Cristina", dijo sin ponerse colorada. Y, como frutilla del postre, ligó el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli: "Es igual a Cristina, sólo que le falta un brazo". Lo último no es mucho, es muchísimo. Varios rivales de Carrió le achacan la "falta de códigos", que son reglas no escritas que todo el mundo sigue casi por obligación y que delimitan el círculo en el que alguien se puede mover sin llegar a la traición, el agravio o al mal gusto. Es cierto también que en honor a los famosos códigos algunos son capaces hasta de tapar hechos de corrupción, lo que no es en la práctica tener códigos, si no ser cómplices, y ese es un límite que los dirigentes políticos tienen que animarse a no pasar. Lo de Carrió con Scioli y Cobos fue más allá incluso de la falta de códigos. Superó la cada vez más delgada línea del buen gusto, que es donde la gente empieza a manifestar rechazo. Si esta mujer habla de esa forma, agraviando, descalificando, acusando sin pruebas, provocará lo mismo hacia ella, tanto de sus rivales políticos como de la gente común que ve con ojos de asombro como sepultó una carrera política que aparecía como prometedora.

Esas palabra y más que nada la convención de la UCR del lunes, repercutieron enseguida en todas las provincias, y San Juan no fue la excepción. En mayo de este año la Cruzada Renovadora, la Unión Cívica Radical, el GEN, la Coalición Cívica-ARI, el Partido Socialista, el bloquismo disidente, Unidad Popular, Proyecto Sur, el Movimiento Alternativa Progresista y la Corriente Democrática Multisectorial firmaron un acuerdo para participar de un armado opositor que sirva de opción al Frente para la Victoria. Desde entonces viene trabajando tratando de convenir acuerdos políticos, cuestión que ha sido muy difícil gracias a los movimientos que han ocurrido en Capital Federal. Y ahora, con la decisión de la UCR de dar libertad política en las provincias, el tablero volvió a sufrir una patada. Hugo Domínguez, el líder radical de San Juan, tiene mucha afinidad con el presidente de su partido, Ernesto Sanz, quien, a su vez, busca alianza con Mauricio Macri. Si eso ocurre, la unión lógica en la provincia sería Cáceres-Domínguez, o al revés para que nadie se ofenda. Pero la idea no convence ni al rubio ni al cordobés. Domínguez no siente que el diputado nacional haya dado señales de acercamiento y eso le molesta bastante. Piensan en el partido de avenida Córdoba que Cáceres se siente más cerca de Rodolfo Colombo y Enrique Conti, ambos sin afiliación nacional, y con base de operaciones en la capital sanjuanina, el anhelo más deseado por el hombre PRO. Colombo y Conti en off se quejan de la indiferencia de Massa hacia ellos y es muy probable que ellos mismos abonen la teoría de una cercanía con el Pro, sólo para sacudir al basualdismo, algo que también suena extraño, porque Colombo le apunta al mismo sillón que el legislador, el de intendente capitalino. Incluso no hace mucho se mencionaba que el exministro de Gobierno de Alfredo Avelín padre ya tenía la postulación capitalina arreglada con Basualdo. Cosas de la política. Volviendo al terreno de la UCR y bajo la misma hipótesis, la de Macri-Sanz y por las dudas, Domínguez ya cerró con dos partidos con estructura como Cruzada Renovadora y Dignidad Ciudadana. Tanto es así que el 16 del mes que viene en el Teatro Municipal de Capital habrá un acto en el que sólo hablarán los referentes de esos tres partidos: Alfredo Avelín Nollens por la Cruzada, Alberto Sánchez por Dignidad Ciudadana, y Hugo Domínguez por la UCR. Le van a proponer tanto a sus partidos como al resto de los firmantes de UNEN ir con candidatos a presidente distintos en distintas boletas, pero bajo la misma candidatura local: se habla de Domínguez gobernador, Alfredito diputado nacional y Nancy Avelín vicegobernadora. El dato de los candidatos fue negado por el cordobés, pero es lo que más suena entre los partidos opositores. ¿Cáceres afuera? por ahora sí. Lo único que puede cambiar ese panorama es una llamada desde la sede del Pro en Capital Federal o de la UCR. ¿Y el resto de UNEN? Diego Seguí (GEN), Carlos Bula (Proyecto Sur), Alejandro Vilanova (PS), se anotan en que "los mejores candidatos son Cobos y Binner", como dijo Seguí esta semana a DIARIO DE CUYO. Otros no tienen reparo en sumarse a la propuesta de Macri, de una gran interna opositora: allí se inscriben Vicente Mut (MAP), Esteban Kenny (CDM), Angel Vargas (UP), Claudia Rosas (CC), y Miguel Arancibia (Grupo 1852). Aunque todo puede cambiar una vez que se enteren del acto que preparan para el 16 la UCR, Cruzada y Dignidad.

En fin, como se ve, las decisiones por ahora están lejos, tanto como las alianzas. Los opositores saben que deben ir juntos, pero no saben cómo hacerlo. Y ojo, ellos calculan que ganarán los puntos que José Luis Gioja perderá cuando diga públicamente que quiere ser gobernador por cuarta vez consecutiva, especulación que puede ser cierta. Pero no calculan el costo propio de explicarle a los votantes cómo hará la Cruzada para estar en la misma boleta que Macri, por ejemplo, cuando el porteño casi ha basado su proyecto económico en los dólares de la megaminería, mientras los cruzadistas se han opuesto desde el principio del desarrollo de la gran minería en la provincia.

Y a nivel nacional lo de Carrió no tiene explicación. Su tan promocionado respeto por las instituciones, su supuesto apego a una ideología política y la necesidad de darle valor a la República, se esfuman proporcionalmente a la velocidad de su acercamiento al Pro. Está cada vez más lejos de la construcción política, y se acerca peligrosamente a la decadencia que sufren aquellas personas a quienes ya no les queda nadie por traicionar.