Los especialistas coinciden en que las formas de maltrato psicológico infantil, dentro del cual se encuentra el verbal, son un mal naturalizado y extendido en nuestra sociedad. Al no dejar marcas visibles, esta violencia, que afecta profundamente al niño, pasa inadvertida.

La Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia, sostiene que el 90% de los casos de violencia familiar son psicológicos. Entre 2008-2009 fueron 7299 los casos, con 23% de niños menores de 18 años. El Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, de la Universidad Católica Argentina y la Fundación Arcor, indica que las formas de disciplinar a los niños entre los 6 y los 12 años es a través de penitencias y retos en voz alta, en un 77,7% y 73,5%, respectivamente. Asimismo, el 10% disciplina a su hijo con agresiones verbales.

Pero esta violencia, no es la única forma de maltrato emocional o psicológico que pueden sufrir los menores, no respetarlos como personas, insultarlos, quitarles o romperles los juguetes, encerrarlos en sus habitaciones, sobreexigirlos, hacerlos partícipes en peleas de adultos, la falta de comprensión, entre otros, son también formas de degradarlos y humillarlos. Las organizaciones Save the Children y Equipo de Trabajo e Investigación Social, realizaron el estudio "Contra el castigo físico y humillante: voces de los niños y niñas", basado en la mirada que tienen los niños sobre la forma de castigo de los adultos. El 97% de los chicos concuerda en que insultarlos o decirles malas palabras no sirve para educarlos. La mayoría admite que sienten ganas de llorar y bronca cuando una persona grande les grita. Al preguntarles acerca de quiénes son las personas que usualmente castigan a los chicos, el 50% respondió que sus padres, y un 13,5% sus maestros o profesores. Las personas estamos llamadas a vivir la vocación del diálogo a través de la palabra, que nunca es inocua y siempre deja su huella en el interlocutor. No es exacto el dicho popular que afirma que "a las palabras se las lleva el viento". Las palabras buenas y aquellas que hieren siempre dejan su marca en quien las recibe.

No atender a tiempo y en forma a las personas que sufren este tipo de situaciones redunda en agravamiento y complicaciones, con consecuencias indeseables para el niño y para la sociedad en su conjunto, ya que el maltrato verbal siempre es violencia.