Kim Jong-un y Nicolás Maduro.


Nicolás Maduro y Kim Jong-un comparten la actitud desafiante. No se achican ante las advertencias y sanciones económicas financieras que les aplicaron por sus desvaríos democráticos y pirotecnia nuclear. Por el contrario, sacan pecho y redoblan sus amenazas.

Ante el boicot parcial que le impuso el Consejo de Seguridad de la ONU sobre sus exportaciones, el régimen norcoreano anunció que no cesará en su proliferación nuclear y que el próximo mes lanzará cuatro misiles balísticos contra el mar de Guam, territorio estadounidense en el Pacífico. Maduro dijo que tampoco le importaron las nuevas sanciones que EEUU le impuso al hermano de Hugo Chávez y a otros siete miembros de la Asamblea Constituyente, así como antes se mostró impávido cuando él fue blanco de los castigos.

Nadie sabe cuántas ojivas tiene el régimen norcoreano o si ha podido miniaturizarlas para que quepan en un misil balístico, pero ya nadie tolera a un desquiciado que amenaza con destruir Nueva York, París o Tokyo. Su pirotecnia rememora la Guerra Fría.

Donald Trump tampoco ayuda a enfriar la situación con su idea de desatar "furia y fuego" contra Kim Jong-un. Debiera esperar a que las sanciones hagan lo suyo y de no lograrse el objetivo, debería impulsar de nuevo en la ONU el boicot económico financiero y un embargo comercial total.

Lo importante de este juego de retóricas, amenazas y sanciones, es que ha producido hechos positivos, sin tantas tensiones, invasiones y guerras como en el pasado. Nadie imaginaba que China, el mayor socio comercial y aliado de Corea del Norte, anunciara que hará cumplir las sanciones al cien por ciento.

En América Latina, guardando las proporciones, sucedió algo similar. Nadie suponía que el descomunal descalabro democrático de Maduro, que no es nuevo sino de años, hubiera ocasionado una reunión en Lima promovida por Argentina, Brasil, Colombia, Perú y México, los socios comerciales de Venezuela, con el objetivo de debilitar o detener el intercambio.
Maduro ya sufre la suspensión del Mercosur, pero nada será más potente que las sanciones económicas país por país. Los 17 cancilleres en Lima empezaron bien mostrándose firmes para aislar a Maduro, llamando a la dictadura por su nombre, desconociendo a la Asamblea Constituyente y respaldando al Congreso democráticamente electo, en el que la oposición había alcanzado la mayoría.

No sorprendió que la reunión en Lima tuviera su espejo en Caracas con los cancilleres de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) cuyos componentes ideológicos, con Cuba, Bolivia y Nicaragua a la cabeza, se reunieran para condenar las sanciones impuestas por el imperialismo. Tampoco que Maduro, quien ya sintió los cimbronazos de Lima, convoque a esos gobiernos a dialogar para que "restituyamos el respeto y la fraternidad entre los modelos políticos y económicos".

Para castigar los desvaríos de Maduro y la pirotecnia desafiante de Kim Jong-un, a veces se puede pensar en soluciones que corten de cuajo la raíz; sin embargo, el aislamiento económico financiero será siempre la opción con menores consecuencias.