Después de la celebración de la Pascua y como con la resurrección de Cristo el hombre se ha reconciliado con Dios, entonces debe abocarse a catequizar con alegría.
El proceso de la fe es una cuestión de vida interior y debe ser formada en la persona con enseñanzas, ejemplos y prácticas testimoniales.
Con la trascendencia que para todo el mundo tuvo en revelación y sacrificio la entrega de Jesucristo a juicio del hombre, quien cuestionó en la oportunidad su divinidad sometiéndolo a una humillante muerte y poniendo en duda su íntima relación como Hijo de Dios Padre en amor por el Espíritu Santo, se abre uno de los programas más significativos para el aprendizaje de la fe a toda persona. Es que es el mismo Cristo quien glorioso y resucitado, por sus méritos y con su vida ejemplar, ha entregado el expreso mandato a todo discípulo y seguidor en la fe, continuar y completar su obra en este mundo: "Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:18-20. Reina-Valera 1960 -RVR1960)
La Santa Iglesia Católica (Universal), como depositaria de esa fe tiene y resguarda para todo creyente la posibilidad de propagar vida y obra de Nuestro Señor Jesucristo. Para ello cuenta con un modelo de enseñanza que el mismo Cristo por su potestad, mando a realizar a todo hombre de fe y buena voluntad. Para ello la Iglesia desde los tiempos en que se expandía gloriosa desde las catacumbas hasta hoy, no sólo ha dado en misión enseñar sobre la vida de Jesús y el nacimiento de la Iglesia, sino que además ha confiado tal misión en personas que preparadas en certeza, seguridad y convicción han adherido a ese plan por vocación.
Toda la Iglesia en su constitución está preparada para educar para la fe en el marco de una pedagogía cristiana y en el mismo ámbito el rol protagónico de su jerarquía es completado por el laico. De manera que ser testigo en la fe significa enseñar a Cristo y su Iglesia a toda persona, con verdadero gozo y alegría pues Jesucristo es Señor de la Vida. Comprender ahora el valor del testimonio personal en la formación de la conciencia moral de los educandos y de toda persona es tarea del catequista. "Si bien es cierto que las palabras convencen, es necesario el gesto que aún, dice más”.
Por su parte, el Papa Francisco dijo que hay que luchar contra el analfabetismo en materia de fe. De esta manera la evangelización por la esperanza se extiende a todos los educandos y hasta en la vida pública.
(*), Pedagogo. Catequista nivel Primario y Secundario. Orientador escolar. Hermandad Seglar de Sto. Domingo de Guzmán (OP).
