El vehículo en el que viajaba la familia masacrada es ahora objeto de investigaciones para determinar culpables.


Hay un detalle pocas veces mencionado en la prensa sobre la masacre de nueve miembros de una familia estadounidense-mexicana, incluyendo seis niños, por una banda de narcotraficantes en el norte de México: la escalada de la violencia en México se debe en buena parte a las ridículas políticas de México y Estados Unidos.


La estrategia del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador para combatir la violencia del narcotráfico, quien él mismo ha descrito como de "abrazos, no balazos'', claramente ha fracasado. La violencia en México alcanzó un nuevo récord en los primeros seis meses de este año, y superará la cifra de mas de 35,000 homicidios del año pasado.


López Obrador, un populista de izquierda que asumió el cargo en diciembre, critica la "guerra contra las drogas'' de sus predecesores. Prometió retirar al ejército de la lucha contra los capos del narcotráfico, y creó una Guardia Nacional para hacer frente a la violencia. "No se puede combatir la violencia con más violencia'', dijo López Obrador esta semana.


En lugar de una lucha frontal contra los carteles, López Obrador propone abordar las "causas de fondo'' de la violencia, como la pobreza y el desempleo juvenil. Pero aunque esa estrategia podría rendir frutos a largo plazo, no hace mucho para detener la actual ola de homicidios en México.


Por el contrario, la política de paz y amor de López Obrador ha envalentonado a los narcos. El gobierno mexicano dice que las tres madres y seis niños de la familia mormona Lebarón asesinados fueron atacados por una banda de narcotraficantes que probablemente confundió las camionetas de la familia mexicano-estadounidense con las de una banda de narcotraficantes rivales.


El mes pasado, casi 400 hombres armados del cartel de Sinaloa ocuparon Culiacán, la capital de Sinaloa, y obligaron a las fuerzas de seguridad a liberar a Ovidio Guzmán, el hijo del exjefe del cartel, Joaquín "Chapo'' Guzmán.


Esta liberación fue vista por muchos como una rendición del gobierno de López Obrador ante los carteles de la droga.


Pero en todo esto Trump tiene buena parte de la culpa de lo que está sucediendo. En un tuit del 5 de noviembre, poco después del asesinato de la familia Lebrón, ofreció ayudar a México a "hacer la guerra a los carteles de la droga y limpiarlos de la faz de la tierra''.


Sin embargo, Trump está apoyando políticas que están haciendo aumentar la violencia en México. Según el gobierno mexicano y la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de los EEUU, un 70 % de las armas incautadas a los narcos en México son compradas en tiendas de armas en los Estados Unidos. México le ha estado pidiendo a Washington durante décadas que frene el contrabando de armas en la frontera. Pero jamás en tiempos recientes ha habido un presidente estadounidense tan amigo de los fabricantes de armas como Trump.


López Obrador debería archivar su política de "abrazos, no balazos'', y comenzar a combatir a los narcos con la fuerza legítima del estado. Y Trump debería aumentar los fondos para programas de prevención contra el consumo de drogas en Estados Unidos, prohibir la venta de armas de guerra y terminar con el contrabando de armas en la frontera.


De lo contrario, la violencia seguirá en aumento, y morirán miles más en ambos lados de la frontera.

Por Andrés Oppenheimer
Columnista de The Miami Herald y nuevo Herald, Miami, EEUU.