El lunes último se cerraron las inscripciones de candidatos para las elecciones presidenciales en Chile, en noviembre venidero, luego de los primeros comicios primarios celebrados en el vecino país en junio pasado, donde arrasó la expresidenta Michelle Bachelet, quien busca retornar al poder con una propuesta diametralmente opuesta a la polémica gestión de Sebastián Piñera.

La primera mujer en gobernar Chile (2006-2010) venció ampliamente en la interna de la coalición Nueva Mayoría, integrada por los partidos de la Concertación y de la extrema izquierda, que casi triplicó en votos al sector oficialista encabezado por Pablo Longueira, ex ministro de Economía de Sebastián Piñera, y candidato de la UDI, partido históricamente ligado al pinochetismo.

Este panorama prevé una polarización en los comicios presidenciales no obstante los nueve postulantes de otras tantas agrupaciones políticas, lo que hace prever una segunda vuelta electoral pese a la ventaja inicial de la ex directora de la Secretaría ONU-Mujer de las Naciones Unidas. Bachelet viene siendo sumamente criticada por su manifiesta "’izquierdización” política, en comparación con su anterior gobierno, y basada en un agresivo discurso de reforma tributaria y educacional que le permitieron el apoyo del Partido Comunista, la Izquierda Cristiana y el Movimiento Amplio Socialista (MAS), además del Partido Socialista y el Partido por la Democracia.

Otras particularidades sin precedentes del espectro electoral chileno, lo da el primer candidato independiente, Tomás Jocelyn-Holt, quien logró presentar 43.000 firmas de apoyo y superó el mínimo de 36.000 que exige la ley cuando se asume la candidatura fuera de una carrera política partidaria, permitida en una elección abierta.

Si se cumplen las estimaciones de los encuestadores, el próximo gobierno chileno podrá tener mejor sintonía con la Argentina, teniendo en cuenta el buen entendimiento de Bachelet en las relaciones bilaterales, lo que no existe ahora con el presidente Piñera debido a las restricciones a las importaciones y el tratamiento con la aerolínea LAN de parte de nuestro gobierno. Pero también debe seguirse de cerca el pensamiento de la futura mandataria trasandina en cuanto a su rechazo a los acuerdos minero y energético binacional, como el que atañe a San Juan.