Uno de los conflictos territoriales, políticos, económicos, étnicos y religiosos más complejos desencadenados en el mundo a mediados del siglo pasado, tiende a superarse en la isla de Chipre, excolonia británica disputada por Grecia y Turquía. La guerra civil desde 1974 dio lugar a la intervención de las Naciones Unidas mediante el emplazamiento de fuerzas especiales de diferentes países, incluidos los Cascos Azules de la Argentina, a fin de garantizar la paz.
El proceso de paz en Chipre fue largo y trabajoso y se desarrolló a partir de 1955 a través de las conversaciones entre el gobernador John Harding y el arzobispo Makarios III en las que se delineó la perspectiva de un gobierno provisional regentado por los ocupantes británicos hasta la autodeterminación del país. En la última fase de los acuerdos se propuso un período de transición de al menos diez años, algo inaceptable para la máxima autoridad religiosa chipriota por someter al
ámbito del Commonwealth el diferendo entre Grecia y Turquía.
Hasta ahora el proceso de reunificación no sólo ha fracasado por culpa de los líderes turco y grecochipriotas, sino por los resentimientos mutuos entre la población de ambas comunidades, que estuvieron envueltas en una guerra implacable. Por ejemplo, en 2004, los turcochipriotas aprobaron un referendo, el denominado Plan Annan, que preveía la creación de una federación bizonal, proyectos que los grecochirpiotas lo rechazaron de plano. En febrero del año pasado, ambas comunidades lograron retomar el diálogo y acordaron el armado de un posible acuerdo de paz, con formato de federación bizonal, bicomunal, con una una sola soberanía y ciudadanía. Sin embargo, ocho meses después las conversaciones se frustraron tras la incursión amenazante de un barco turco en aguas jurisdiccionales de Chipre.
La semana pasada surgió la propuesta de transformar la línea de alto el fuego en un proceso para edificar la paz. Es decir, compartir ideas y temores, poniendo sobre la mesa de las negociaciones todas las posibilidades, expectativas y pretensiones de los bandos enfrentados. Los líderes sectoriales acordaron reunirse dos veces al mes -el próximo encuentro será el jueves próximo- y todos coinciden en que ha llegado el momento de dar un salto definitivo hacia la reunificación y pacificación de la convulsionada región.
