El paisaje sanjuanino no se concibe sin ver a grupos de ciclistas recorriendo las rutas o aquellas carreras que concitan el interés de miles de aficionados.

 
El reciente "II Gran Prix del Olimpia" sumado a otros eventos ciclistas de la temporada, corrobora nuevamente que esta actividad deportiva es la más popular de nuestra provincia. Tal presteza competitiva, desde que aparecieron las primeras instituciones ciclísticas a principios del siglo XX, ha ido paulatinamente ganando el corazón de los sanjuaninos, concretamente de los sectores populares. El fenómeno, percibido desde una mirada antropológica, posee ciertos matices muy interesantes que no se aprecian en otras prácticas deportivas. Inicialmente tenemos que considerar, como ya enunciáramos, que el ciclismo en San Juan es uno de los deportes que moviliza con mayor furor a los sectores populares de la población, dicho fragmento social con sus mismos hábitos culturales, ha logrado con su participación en tales eventos, reafirmar su propia identidad, ampliar su sentido de pertenencia y socialización y además las carreras han conseguido atraer parcialmente como público a la tradicional clase media sanjuanina, logrando cierta aproximación social. Otros factores han concebido que tal deporte se convierta en un verdadero fenómeno social, marcador de identidad colectiva, es el tremendo esfuerzo físico que implica actuar en una carrera, en la cual el individuo se convierte en un héroe del esfuerzo corporal o en un titán de los pedales, apostando todo su ser en pos de ganar, no por el premio mismo que no tiene mérito financiero alguno, sino por el simple hecho de exhibirse vigoroso o de vencer, participar es una auténtica y valerosa arremetida atlética, en la que la dureza de nuestro paisaje, sea "la cuesta de las Vacas" o del "Colorado" y las contingencias climáticas, constituyen tremendos obstáculos más para dominar.

Si bien en las competencias florecen verdaderos ídolos populares puntuales a los que se exaltan hasta su encumbramiento, de la misma manera todo el conjunto competitivo es elogiado, prueba de esto el estímulo permanente que reciben aquellos ciclistas rezagados. Otro punto que hay que resaltar es que este deporte, contrariamente a otras actividades competitivas, es una actividad en la que prácticamente la violencia no existe, difundiendo paz, por lo que hay que considerarlo como una presteza deportiva que difunde armonía y confraternidad y esto no es poca cosa en un mundo en donde hasta lo recreativo este manchado con reyertas. También es indudable que este deporte ha sido potenciado por los medios de comunicación, convirtiéndose en un auténtico fenómeno mediático.

 

Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magíster en Historia