"En la zona competían con diferentes y en algunos casos parecidas propuestas los cines Jardín, Venecia, Roma, Torrent...". 


Otra vez el dolor. Periódicamente, al parecer con determinadas comidas y durante muchos años mi padre sufrió un intenso dolor en la zona estomacal que lo postraba por varias horas; entonces comentábamos por lo bajo: "tiene el dolor" y quedábamos en silencio consternados por la conmocionante situación de notorio sufrimiento. Lo vimos muchas veces retorcerse, lo que patentizaba el dramatismo del padecimiento.


Esto podía ocurrirse en cualquier momento o lugar. Una hermosa noche de verano, cuando íbamos la familia al cine Lanteri, humilde lugar de la calle del mismo nombre (hoy Rivadavia), cada uno con su silla porque el cine tenía pocas, a mi padre le dio el dolor en el camino y debimos volvernos, no sólo con la perdida ilusión de ver la "A la hora señalada", famosa película de cowboy con el fantástico protagonismo de Gary Cooper, sino aplastados por la situación.


Ningún facultativo podía explicar el dolor. Hasta que el Dr. Silvestre Begni, corroborado por el Dr. Causi, descubrió que se trataba de una enorme úlcera estomacal que era necesario operar. Así fue. El dolor no vino más y la vida nos cambió. 


En la ex calle Victoria, hoy Urquiza, que alcanzamos a conocer de tierra, seguramente debe andar por sus plátanos de cera y escasas lluvias parte de la memoria de las calles, que estoy convencido existe y los pasos sombríos de una joven familia regresando a casa con una experiencia de padecimiento a cuestas. Y en el viejo cine Lanteri, que proyectaba las películas en una pared de adobes pintarrajeados que da al oeste, aún ha de estar esperándonos con ese regalo magistral la clásica película del cine western norteamericano, que en el precario patio lindero con la cancha de básquet se cortaba por lo menos tres veces y la gente pataleaba y silbaba; film donde en la escena final el héroe avanza hacia el enfrentamiento con los bandoleros al compás de una ya proverbial marchita, mientras en los intersticios del recuerdo mi padre ausente acaricia pliegues de su historia bajo la perturbación de una situación de angustia. No debiera ser así, pero muchas veces nos marcan más y para siempre las situaciones de dolor que las felices. Por eso no tengo mucha memoria de cómo fue la vida de mi padre y la nuestra después de derrotar al dolor. Digamos la poca vida, porque él falleció muy joven. 


En la zona competían con diferentes y en algunos casos parecidas propuestas los cines Jardín, Venecia, Roma, Torrent. Salvo este último que era cerrado, los demás cercados de bellos jardines repletos de flores, cascadas y colores. Otro San Juan, de bellos sitios familiares, carnavales de papel picado pisoteado de fragante albahaca y comparsas y trenes que despedían amores y esperaban noticias en andenes hoy de luto, me lastiman y enorgullecen desde un adentro que contiene -como es la vida- emblemas de flores y sombras de hace años.

Por el Dr. Raúl de la Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete