La crisis económica impactó como nunca en los mercados, amenazando los acuerdos internacionales de comercio ante las barreras proteccionistas que cayeron, por el intento de numerosos países de sobrevivir al colapso. La reacción generalizada, frente al debacle originado en los Estados Unidos, ocasionó un desequilibrio en las balanzas comerciales y puso en jaque a la Organización Mundial de Comercio (OMC), particularmente a las negociaciones de la Ronda de Dhoa para el Desarrollo, que tiene previsto cerrarlas el año que viene con un justo reconocimiento a las economías emergentes.

La VII Conferencia Ministerial de la OMC concluyó hace unos días en Ginebra, y no tuvo repercusión mediática porque la eclipsó la cumbre ambiental de Copenhague. No obstante, los miembros de la OMC reflexionaron, intercambiaron ideas y dieron orientaciones sobre prioridades para fortalecer el sistema multilateral de comercio y ayudar así a la recuperación económica definitiva. En ese sentido será necesario concluir en 2010 la Ronda de Doha, para dar un impulso fundamental al desarrollo, la forma más efectiva para reducir la pobreza.

La crisis ya superó la etapa recesiva y demostró la importancia de un sistema basado en normas globales, aunque este año el volumen del comercio internacional caerá más del 10%, respecto a los valores anteriores al colapso de los mercados. El proteccionismo se ha mantenido en general bajo control, porque las normas de la OMC han actuado como un dispositivo de seguridad contra ese resguardo, al disuadir a los gobiernos de imponer altas restricciones, ya que agravaban la crisis por las réplicas de la contraparte.