A mediados del siglo XVIII se inició en Inglaterra un proceso al que se le llamó Revolución Industrial, aun cuando no fue estrictamente industrial porque significó profundos cambios en la agricultura, en las ideas económico-sociales y en los medios de comunicación, todo ello por el acelerado desarrollo de la tecnología. 


La industria textil, pilar de la Revolución Industrial, comenzó su desarrollo con el invento de la máquina de hilar algodón de Arkwright (1775) y de la máquina de hilar lana de Hargrave (1776); esta última era equivalente a treinta y seis hiladoras, y fue bautizada con el nombre de "Juanita, la hiladora'' (Spinning Jenny). Los obreros interpretaron a "Juanita'' como la futura culpable de la pérdida de sus fuentes de trabajo, destruyeron las primeras máquinas, y Hargrave tuvo que huir para salvar su vida. 


Se equivocaron. El tiempo demostró que la mecanización trajo consigo la expansión industrial y el abaratamiento de muchos productos debido a la producción masiva, dando lugar a ventas que satisfacían grandes y variadas necesidades de la población. 


Salvando las distancias, actualmente se están viviendo temores parecidos debido a la robotización de las industrias. Pero ahora quienes protestan tienen razón, debido a que la sustitución del hombre por la máquina se está produciendo más rápidamente que la creación de nuevos empleos.


Dice Andrés Oppenheimer en su artículo "Protesta contra los robots en Las Vegas'' publicado recientemente por DIARIO DE CUYO: "Si me preguntan cuál fue la noticia más importante en los últimos días, es una que casi ha pasado desapercibida en los medios: la amenaza de 50.000 trabajadores de hoteles y casinos de Las Vegas de declararse en huelga, por temor a ser reemplazados por robots''. Esta es una consecuencia de la llamada 4ta Revolución Industrial.


Afirma también que "el 47% de los empleos en Estados Unidos corren el riesgo de ser reemplazados por la automatización en los próximos 15 años''. La historia se repite, pero nunca del mismo modo. Y sería inútil romper los robots porque el progreso de la tecnología es implacable.


Imaginando soluciones: ¿Es utópico pensar que al ser reemplazados los humanos por máquinas eficaces y eficientes sería suficiente con que trabajáramos solo cinco horas diarias?


Si fuese cierto lo que dice Oppenheimer ¿cuántas personas de ese porcentaje se adaptarían o conseguirían nuevos trabajos? Un número escaso de ellos produciría una baja significativa en el consumo, y los empresarios se encontrarían con que la venta de su producción disminuiría también drásticamente.


No todo es malo. Seguramente se reconvertirán trabajos y se crearán otros nuevos.


Sin embargo, siguen vigentes las preguntas fundamentales: ¿Cuáles son los trabajos del futuro para los jóvenes de hoy? ¿En qué consistirán? ¿Qué carrera elegir?


Es difícil hacer predicciones aplicables a cualquier país. Pero algo es seguro: es necesario que las universidades formen personas con mentalidades ágiles, versátiles y adaptables a nuevas situaciones, que les permita hasta cambiar de actividad en algún momento.

Por David Schabelman  -  Arquitecto. Profesor Emérito de la UNSJ.