Hace unos años, el Dr. Fernando Conte Grand, prestigioso abogado sanjuanino, nos impuso de la existencia de la Fundación Manos Abiertas, en San Juan, de sus altos objetivos de asistir espiritual y físicamente a personas en situación de extrema necesidad y nos pidió nuestra simple colaboración, junto a otros artistas sanjuaninos, consistente en grabar un disco con canciones de algún modo emparentadas con el ser humano. Nosotros elegimos una que compuse en homenaje al querido Carlitos, aquel entrañable personaje que solía subirse a los colectivos de la Ciudad y otras veces a dirigir el tránsito y que vivía en un baldío de nuestro centro comercial. Resultó una obra muy emocionante y fue enorme placer colaborar con nuestro humilde aporte.


Hemos leído que la misión de esta institución es: "Servir, promover y dignificar a los más necesitados, mejorando su calidad de vida y suavizando las situaciones de pobreza, dolor y carencias que padecen, a través del trabajo voluntario y de programas sociales, educativos y salud''.


En nuestra provincia está para esos seres tan desprotegidos y castigados por el dolor, la Casa de la Bondad, donde pueden pasar sus últimos días quienes carecen de toda otra asistencia y ayuda. 


Manos abiertas, pues, es tener el alma bien puesta para el lado del amor.


Hay seres humanos (ni mejores ni peores que nosotros, iguales a nosotros) que se encuentran al límite del dolor y la soledad. A ellos es posible regalarles algo de nosotros emparentado con los sentimientos. Digo intencionalmente: "algo de nosotros'', algo que nos pertenece y que necesitamos, porque caridad no es dar lo que nos sobra, sino privarnos de algo y con ello palpar una ausencia y una necesidad para entregarse al otro, entrar de cuerpo y alma en su sitio y dolor, sea mediante nuestros bienes, sea mediante nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, nuestro descanso. La luz puede encenderse en el corazón mismo de una sombra.


Esos cinco dedos sublimes de Manos Abiertas, convencidos de ser amparo y gracia pueden mostrarle al hermano que no está solo, y que, incluso ante esas desgracias que también pueden ser parte del enorme regalo de la vida, un grupo de seres forjados a su misma imagen y semejanza, vienen a ponerles un zorzal a sus silencios, una luciérnaga enorme a las encrucijadas, una señal de luz en el horizonte herido.


Es posible ser humanos con todas las letras. Es posible ser útiles, para poder mirarnos sin recelo en el espejo, si jamás olvidamos que, en cualquier circunstancia que nos toque, debemos poner a disposición del viento de la vida las manos abiertas.

Por el Dr. Raúl de la Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete.