Si no hay catástrofes, si a Mauricio Macri no se le ocurre la muy poco probable idea de desembarcar en San Juan con todo su gabinete e instalarse hasta el 22 de octubre y si Rubén Uñac o Roberto Basualdo siguen más o menos el mismo trámite que hasta este momento, todos los pronósticos indican que habrá muy pocas sorpresas en el último escalón de las elecciones legislativas de este año. Si el uñaquismo es capaz de superar los 50 puntos, si ese frente podrá achicar las diferencias o dar vuelta el resultado en Capital, o si el basualdismo alcanzará a revertir las derrotas de los departamentos que domina, serán las pocas incógnitas que dominarán, casi con seguridad, los titulares de los medios el día posterior a la elección. En pocas palabras está casi sellado (y acordado sin hacerlo) que el uñaquismo ampliará su poder político y que la oposición mantendrá su pobre caudal histórico. A partir de esos resultados, si es que ocurren, habrá otros análisis que hacer, los que sí despiertan más de un interrogante: si Marcelo Orrego se lanzará o no en búsqueda de la gobernación de San Juan, y si es cierto que esta será la última elección de Basualdo, por el lado de la oposición. Y por el lado del oficialismo, el posicionamiento de Sergio Uñac a nivel nacional y la consolidación de un nuevo equipo del peronismo, que parece tomar impulso tras el resultado de las PASO y las posibilidades de Uñac en la contienda que viene.


Hay macristas/basualdistas que aseguran la candidatura de Marcelo Orrego, pero lo cierto es que hasta este momento el intendente de Santa Lucía no ha dado muchas señales en esa orientación. ¿Tiene que darlas? Por las viejas costumbres, casi se puede asegurar que a estas alturas todos deberíamos hablar de las chances o no del jefe comunal basualdista, no de si va a ser o no va a ser candidato. La decisión no es fácil porque sabe que enfrente lo tendrá a Uñac, ya mucho más afianzado que hasta ahora. Si el Gobernador conserva la aceptación de gestión que ha logrado en menos de dos años, se puede suponer con facilidad que será un tanque muy duro de vencer. Casi imposible, se puede arriesgar. Claro, nada es totalmente blanco o totalmente negro en política. Orrego es basualdista/macrista, como lo es el propio Basualdo. Si a Macri le va bien en estos años que le quedan de gestión, Orrego se podrá parar distinto en la elección de 2019. Pensando en eso, no es descabellado decir que el santaluceño le contará los votos al Presidente y que a partir de eso tomará una decisión. Es posible. A Macri no le quedará mucho espacio de maniobra si es que la versión de varios basualdistas, quienes andan diciendo que Basualdo se retira de la competencia electoral después de octubre, es cierta. El basualdismo no tiene más referentes de peso. Al intendente de Rivadavia, Fabián Martín, otro que podría aspirar a trascender las fronteras de su departamento, le queda una elección más, y no se lo ve con ganas de arriesgar ese capital político por las aventuras macristas. Si todo va como parece, Martín sin despeinarse debería repetir mandato en 2019. Sin Basualdo, Macri deberá apostar a Orrego, porque tampoco en su partido hay referentes de peso y con ganas de semejante aventura. Eduardo Cáceres será diputado nacional y muy probablemente no quiera pelear nada más en 2019. El rubio se siente cómodo en el lugar que tiene, y hasta le cedió la Ciudad de San Juan a Rodolfo Colombo, quien a los cuatro vientos ha contado el acuerdo que tiene con Cáceres y con Basualdo, a cambio de integrar la lista de senadores. En torno a este análisis, hay una versión que anda dando vueltas que no suena descabellada: el macrismo podría pedirle a Orrego que se presente en la general de 2019, aunque vaya a la derrota, para luego llevárselo a un cargo en Nación, como están haciendo por ejemplo con el colorado Carlos Mac Callister, actual secretario de deportes del macrismo. Pampeano el hombre, está cultivando votos para enfrentar la contienda en su provincia, y lo hace desde el escenario nacional. No es un disparate pensar que con Orrego el macrismo quiera hacer algo parecido. Si esa hipótesis fuese cierta, aún habrá que ver la capacidad del santaluceño para manejarse entre los monstruos de la Presidencia, donde como en todo Gobierno de coalición, hay interminables internas que hacen mucho más duro el día a día, incluso para quienes forman parte del mismo proyecto, que no es el caso de Orrego. Y, obviamente, para eso también debe cuadrarle la idea al santaluceño, quien, como ya se dijo en estas líneas, no da señales ni para adentro y para afuera. Orrego parece demasiado cuidadoso. Casi temeroso de que Uñac le socave la gestión si asoma la cabeza. En algún momento tendrá que hacerlo. Probablemente se sienta menos protegido que antes, cuando José Luis Gioja, por un evidente acuerdo con Basualdo, tiroteaba con balas de salva su gestión. Hoy no hay acuerdo entre Uñac y Basualdo, o por lo menos no se lo ve desde afuera. Pero tampoco es cierto que Uñac haya disparado cañones contra la gestión de Orrego. Sólo juegos de la política, nada más que eso.


El recambio del PJ


El caso del peronismo es más sencillo de resolver. No aparecen sombras en el horizonte del Gobernador, quien está logrando el mismo récord que su predecesor y aún más. A Gioja le costó varios años superar el 70 por ciento de aceptación popular, y Uñac ya los tiene, aunque aún no cumple los 24 meses de gestión. Es cierto que comparar uno con otro sería injusto para ambos. Gioja recibió una provincia muy desordenada, pero la dejó en orden. Y Uñac no tiene la suerte de Gioja, de pertenecer al mismo color político que la Nación, lo que lo obliga a la gambeta permanente. Gioja tenía más problemas administrativos que Uñac, pero ostentaba su teléfono directo con la Nación. Y Uñac recibió una administración ordenada, pero en la Nación a veces atienden y a veces los teléfonos suenan sin ser respondidos.


El gobernador parece tener tres claros objetivos: administrar bien la provincia, como punto fundamental; ir reforzando con nombres nuevos el peronismo sanjuanino que se viene, tarea difícil ya que quienes estuvieron no se quieren ir aún; e ir mirando el escenario nacional de reojo, porque estas elecciones y la pésima coyuntura nacional casi le dejan servida esa posibilidad. Sería muy tonto pensar que Uñac en este peronismo sin líderes se va a quedar de brazos cruzados a esperar a que alguien le indique qué hacer. Sería no conocer al Gobernador ni siquiera un poquito. Uñac va a ir hasta donde le alcancen los brazos. No va a rifar nada, porque no es su estilo. Y va a cuidar la provincia, porque sabe que es su mejor carta, pero siempre con la mirada puesta en su futuro.


En ese contexto, el pocitano necesita terminar de consolidar su equipo. Para eso ha elegido, sin mencionarlos, a cierta cantidad de dirigentes que pueden mostrar gestión, y que los sanjuaninos irán conociendo de a poco. Nadie da nombres, pero se nota a lo lejos que Uñac los impulsa, y está bien que así sea. Hay un uñaquismo que está naciendo, y que es más transversal de lo que muchos piensan. Por ejemplo, no tiene que ver con la juventud exclusivamente, porque hay algunos del mismo gabinete que superan los 50 y que el Gobernador no los dejaría ni de casualidad, como hay otros que no creo que lleguen a fin de año. Los rumores de un remezón en el gabinete provincial hacia fines de año cobran cada vez más fuerza. Y ojo, esos nuevos nombres no deberían ser buscados sólo en el Ejecutivo. Tantos los que formarán parte del nuevo peronismo, como los que se quedarán afuera del Gobierno.


El macrismo apuesta a que Gioja le divida votos al peronismo de Uñac en 2019, es decir, que Gioja apueste por Cristina Fernández (como ya lo ha hecho) y deje al Gobernador sin una cierta cantidad de votos, lo que le daría, según ese análisis, mayores chances a Orrego, por ejemplo. Por eso el mandatario tiene que terminar de cerrar lo más rápido posible el círculo vicioso que implica Gioja. Uñac no puede confiar en nada que venga desde ese lado del PJ local, ya se convenció de eso. La cuenta del macrismo sanjuanino no es tan alocada, aunque un poco arriesgada. Y no cuentan con el apoyo que Uñac pueda darle al Presidente desde su lugar de opositor, que siempre hace falta. No hay que olvidar que Uñac ha sido clave en el tono en el que los Gobernadores se quejaron por el Fondo del Conurbano. Probablemente un error de cálculo hubiese hecho volar por los aires la relación de Macri con la oposición, y todo salió a pedir de boca.


En resumen y si bien son todas especulaciones muy lejanas, no es mala idea ir mirándolas desde ahora, porque el escenario va a empezar a conformarse el 23 de octubre, con los números de la elección en la mano. Por ahora la noticia de que Basualdo se retira de las contiendas electorales es lo más firme, aunque ya lo ha dicho en varias oportunidades y nunca lo cumplió. Veremos si esta vez es cierto. Y si ocurre, se viene otro escenario también en la oposición, lo que da suficiente material para otro análisis, seguramente.