En cada ocasión en que se reúne el Foro Económico Mundial de Davos, una cumbre de trabajo sobre las orientaciones que amerita el curso económico internacional, creado a principios de los años setenta, se brinda previamente el informe de la ONG "Oxfam", una entidad de prestigio que es especialista en la elaboración de datos acerca de las perspectivas de evolución económica a escala internacional. Como en este enero del 2020 está por darse una nueva ronda de encuentros en el marco del Foro de Davos, en Suiza han surgido a la palestra reveladores datos que dan cuenta de cómo está orientado el estado actual de la riqueza en el firmamento de los habitantes del planeta. Los datos son preocupantes ya que 2.153 multimillonarios ostentaron más riqueza que el 60% del planeta. Luego se certificó que la fortuna del 1% de los más ricos del mundo corresponde a más del doble de la riqueza acumulada por los 6.900 millones de personas menos ricas, es decir un 92% de la población del planeta. Luego en una conclusión más general sobre los datos valorados se afirma que esta enorme brecha es consecuencia de un sistema económico fallido y sexista que valora más la riqueza de una élite privilegiada, en su mayoría hombres, según apunta la ONG.
Esto del sexismo, como uno de los factores causales que distorsionan el sistema vigente de acumulación descripto, hace que la concentración de la riqueza señalada se obtenga en detrimento de las mujeres, como primeras víctimas de la desigualdad.
En una exhortación enfatizada y sumamente oportuna que hace la ONG "Oxfam" indica que los gobiernos de todo el mundo deben tomar medidas urgentes para construir una economía más humana y feminista, que valore lo que realmente importa para la sociedad. Entre las medidas que se proponen se contabilizan las que abogan por un "modelo fiscal progresivo en el que también se grave la riqueza".
Nuestra opinión: si bien el informe en algún sentido específico sorprende por los datos actualizados al día de hoy, era de esperar una confirmación visto que el tema, a simple ojo de buen cubero, como se dice en la Argentina, determina que la distribución mundial de la riqueza está participada en una lógica de lamentable concentración, cada vez más en pocas manos, en vez de haber seguido un deseado camino de democratización en más personas.
También sorprende la indicación de "Oxfam" dirigida a los gobiernos, acerca de que deben afilar el lápiz en la mayor tributación que debe recaer en los niveles de mayor riqueza, tomado esto en sentido progresivo esto es, cuanto mayor es el patrimonio mayor debe ser la carga tributaria.
Las explosiones sociales suscitadas en el denominado primer mundo, como en otros países subdesarrollados, confirman la necesidad de ver con más precisión y conciencia lo difícil que resulta para la sostenibilidad comunitaria, institucional, económica y social la distribución de riqueza con tanta desigualdad. Esto último a propósito de lo que ocurre por ejemplo en Francia, Chile, y otros países.
Con lo descripto hasta aquí aflora otro dilema, y es que al ser tan vigoroso, en sectores de poder empresarial como en los centros de estudios de opinión monetaristas, el dogma de que para atraer la inversión lo que se necesita como prerrequisito es estabilidad en materia de impuestos. Esto determina que sean relativamente bajos, o que, en todo caso, exista certeza de que no se modificarán en perjuicio de la parte del capital inversor. En ese sentido el informe de "Oxfam" producido en el seno del poder rico del mundo afecto al saber neoliberal, sin lugar a dudas, traerá mucho ruido y tela de corte en un sentido más bien discutible y polémico que de apacible o neutra opinión, por la contradicción de términos que esta cuestión plantea.
Por el Dr. Mario Luna y el Prof. Fabián Núñez
Profesionales de Jáchal
