El resultado de las elecciones presidenciales del domingo pasado ha dejado situaciones definitivas y varios interrogantes. Ningún personaje nuevo y la confirmación de un bipartidismo extremo: los dos principales candidatos se llevaron el 90% de los votos. No resultó viable el deseo de Lavagna de construir un tercer espacio y menos viable el fortalecimiento de una izquierda unida o la consolidación de un liberalismo ortodoxo de la mano de José Luis Espert. Todos los caminos circulan por un centro en que resulta difícil distinguir políticas más allá de las acusaciones mutuas de la campaña. Si la administración de Macri hubiera sido ‘neoliberal‘ sería necesario redefinir el significado de este rótulo, empresas estatales en energía y transportes (Aerolíneas), controles de precios y fuerte intervención del Banco Central en tasas de interés y el cambio de monedas son algunos ejemplos de algo que no forma parte de ninguna receta liberal. Sigue un ensayo sobre cómo quedó parado cada quien el 28 de octubre. Macri: Debía haber perdido por más teniendo en cuenta sus resultados. Él mismo pidió que se lo evaluara por esos resultados. Hay un índice que se llama ‘de miseria‘, que es la suma de inflación más desempleo. A Macri le daría más de 60 puntos cuando ya 10 es mucho, 56 de inflación y más de 10% de desempleo. Si se superponen las curvas de índice de miseria y de votos a un gobierno, se advierte que son inversamente proporcionales. Cuando la miseria sube, los votos bajan y viceversa. Pobreza largamente por encima del 30%, desempleo más del 10, inflación 56, actividad económica -3, caída del valor bolsa de las empresas y moneda devaluada debieron ser ingredientes de una derrota catastrófica. Sin embargo Cambiemos se lleva un resultado digno con el 41% de los votos e incremento de su poder en el Congreso. Increíble. Es la muestra más clara del tamaño del rechazo a Cristina. Falta saber qué hará Macri con ese capital político, si aceptará el papel de líder de la oposición o si se irá a casa. También falta saber si continuará la coalición electoralmente exitosa o se producirá algún desmembramiento. Su reacción frente al resultado ha sido la correcta para un Presidente normal, recibir rápidamente al vencedor y acordar el traspaso. 


Alberto: Arrancó mal la noche del festejo en que tuvimos la sensación de que el control estaba en manos de Cristina. El segundo capítulo fue muy bueno presentándose como líder en el acto de Tucumán y dejándose besar el anillo por todos los gobernadores ganadores. Una buena foto, buen discurso también. Nadie se puede quejar que cargue las tintas sobre el gobierno que se va, primero porque no miente y segundo porque es lo clásico para justificar un arranque que será duro. Las frecuentes citas a Alfonsín ‘no preguntemos de dónde vienen...‘ así como su participación en el homenaje al ex Presidente el 30 de octubre, tiene la intención de conquistar radicales y fracturar Cambiemos. Marcó rápidamente su política exterior visitando el México de López Obrador y al Grupo de Puebla. La enérgica acción de su agenda post electoral, le garantizó ocupar el centro del ring en las noticias. 


Sergio Massa: Apenas asumido, Macri lo llevó a Davos para presentarlo como jefe de la oposición. Cuatro años después el destino quiso que fuera el artífice del triunfo del PJ en Buenos Aires, provincia que a su vez fue la causa del resultado nacional. Su derrota electoral en la elección de medio término cerró el camino que pudo haberlo llevado a la conducción de un peronismo sin Cristina y La Cámpora. Otra cosa hubiera sido la cuenta del Peronismo Federal con Massa, Schiaretti, Urtubey, Uñac, Bordet y Lavagna. La necesidad obligó al peronismo a unirse. Massa espera que le reconozcan su papel. Habrá que ver. 


Encuestadoras: 20 empresas de medición, daban una diferencia a favor de Fernández de más de 30 puntos. Terminaron siendo 7. No parece válido pensar que hubo mala intención, lo que está ocurriendo es que no encuentran el método. A la inteligencia policial le está pasando lo mismo, hoy se arma una manifestación como las de Chile en un minuto por Whatsapp, se filma por Facebook o Instagram y se comenta por Twitter. Los sociólogos siguen estudiando por los manuales de Gino Germani referente excluyente de Latinoamérica pero fallecido en 1979, cuando no existía la internet. 
Gioja: Se le atribuye gran responsabilidad en la unión final del peronismo. Su tarea ha sido difícil e importante en el triunfo nacional. Sigue asombrando su capacidad de trabajo en campaña. Desde 2005 mantiene votos por encima del 50%. Falta saber si en 2021 aspirará a pasar al Senado.


Uñac: Se fortaleció en el PJ nacional. La posibilidad del Ministerio de Minería para Alberto Hensel y la cita frecuente que hizo de su nombre Alberto en su discurso de Tucumán, dejan entrever importante influencia futura. Acertó al jugarse desde el primer momento no obstante su buena relación con la administración de Macri. Su juventud le garantiza muchos años de protagonismo y una posible aspiración a lo más alto en el futuro. 


Orrego: Quedó consagrado como indiscutible opositor con el 40% de los votos superando el 35% anterior como candidato a gobernador. Estos índices, compitiendo contra Gioja y Uñac son realmente altos. Llegará al Congreso con esa chapa y con su corta edad como estandarte. Ratificará su aspiración para la provincia en 2023. Su mentor, el senador Basualdo, finalmente fue superado por su alfil. Como se escribe en las novelas de suspenso, esto continuará.