El deporte en la niñez es para divertirse y hacer nuevas amistades, no para competir por ser mejores que otros niños.

El fútbol escolar organizado ha adquirido una gran relevancia social y formativa entre las actividades extraescolares. Familias, clubes y niños depositan esfuerzos, ilusiones y expectativas en un escenario deportivo que posee un potencial formativo no formalizado. Las implicaciones que esta actividad tiene sobre los participantes son foco de interés emergente, dado que la actividad física aporta claves interpretativas de interés en la construcción de su identidad personal y da posibilidades de facilitar un cambio en el autoconcepto; sin embargo, un desarrollo inapropiado puede motivar capítulos de infravaloración e incluso, de ansiedad. El autoconcepto no sólo se da en una dimensión física, sino que padres y otros agentes educativos ejercen un papel clave para la construcción global del autoconcepto. Los familiares contribuyen positivamente al propio futuro de los niños, en tanto que generan expectativas de vida en torno a las creencias implícitas del escenario. Por tanto, esta nueva forma de competición temprana refuerza los peligros de "no llegar al nivel”, en una edad que vive ajena a la comprensión profunda de la competencia. Los jugadores que no evidencien el rendimiento competitivo que se demanda en el equipo pueden excluirse implícitamente, reduciendo su participación y contribuyendo a la construcción de su autoestima. En sentido opuesto, la superación adecuada de etapas cronológicas, en solidaridad con la pertenencia a un equipo, se incorpora a su autoconcepto un sentido de crecimiento exitoso, indisociable a la contribución positiva de su autoestima. La convergencia sobre las expectativas facilita la capitalización de hábitos reflexivos y deliberados entre los miembros del campo microsocializador. Sin embargo, la falta de unidad sobre las expectativas que los familiares de un mismo equipo atribuyen al fútbol puede acarrear que el aprendizaje que se promueve quede inconexo respecto a las bienintencionadas pretensiones iniciales, en las que atribuyen un sentido formativo no orientado hacia el rendimiento competitivo en edad preinfantil. Por lo tanto es necesario fomentar un acercamiento entre las expectativas vertidas en el deporte escolar y posibilidades de promoción, a fin de ofrecer una educación controlada, intencionada y la construcción de la identidad competitiva del niño que practica fútbol preinfantil ajustada a las posibilidades potenciales del niño.

El trabajo de investigación se concreta en un diseño de estudio de caso de modalidad etnográfica que utiliza la observación participante y las entrevistas cualitativas semiestructuradas. La selección de la observación participante responde al interés por comprender el proceso formativo desde la mirada del joven deportista, mientras que se opta por las entrevistas para acceder a los maestros de los colegios y conocer la transferencia de aprendizajes al ámbito formal. La observación participante se desarrolla durante una temporada completa de fútbol preinfantil. El estudio de caso de modalidad etnográfica implica una fase de restitución al campo, donde se devuelven los resultados a los participantes para la mejora en la práctica educativa. Asimismo, se atiende a la ética a través del consentimiento informado de los adultos y la confidencialidad en las citas del trabajo de campo.

 

Alejandro Villaverde
Grupo Plaza Deportes
Cortesía Sematic Scholar