Nos acercamos al final de un año y lo que cabe, más que lamentos es gratitud. Un proverbio árabe recoge una gran dosis de sabiduría al decir que "la gratitud es la memoria del corazón". Seguramente son muchas cosas las que habremos perdido en este ciclo que hoy fenece, pero con una mirada optimista descubriremos que serán más los dones que hemos recibido.

El tiempo es un recurso no renovable en la vida. No sabemos cuánto tiempo tenemos previsto existir e imposible llevar una estadística exacta de los días, meses, años, horas o minutos que tendremos el privilegio de vivir en la maravillosa experiencia de la vida. Con agudeza, el filósofo Arthur Schopenhauer afirmaba que "los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes el comentario". Lo esencial es escribir en los días que se nos regala un texto que merezca leerse en el futuro, acompañado de la experiencia hecha comentarios. Si hacemos una encuesta preguntando los dones y privilegios de que disfruta la gente, recibiremos una larga lista de realidades positivas. Algunos mencionarán su buen trabajo y las comodidades que les proporciona, otros añadirán sus hijos y la salud. Pero la mayoría, si no todos, olvidarían una realidad tan importante como imperceptible. Un don imprescindible que sustenta los otros y sin el que no podríamos hacer nada. Puede faltar la salud, los medios materiales, todo lo que quisiéramos, pero éste jamás: el tiempo. A pesar de ser tan importante, es tan imperceptible como escurridizo. Ya lo decía Virgilio en su inmortal Eneida: "El tiempo se escapa sin remedio". Como se trata de un valor no material, no lo percibimos con tanta facilidad, y tenemos que detenernos un momento para reflexionar y darnos cuenta de él. Por su fugacidad el tiempo se nos puede escapar sin darnos cuenta. Podemos perderlo en la mediocridad o en el sueño de la rutina. Lo pasado ha huido, lo que esperamos está ausente, pero el presente es nuestro. Sólo somos dueños del hoy.

Nos acercamos a un nuevo año cargado de futuro, y éste tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable; para los temerosos, lo desconocido, pero para los valientes es la oportunidad. Solamente aquel que construye el futuro desde el presente, tiene derecho a juzgar el pasado. Ese es el gran desafío al acercarnos al inicio del 2015: construir desde hoy un mañana creíble para todos, imbuido de una esperanza que no conozca el ocaso.