La democracia es un mecanismo para ordenar el sano pluralismo de ideas, que surgen de la voluntad popular para legitimar un proyecto de vida en común, en un espacio donde se estén garantizadas las normas constitucionales para ser respetadas por mayorías y minorías, mandatarios y mandantes.

Es la convivencia que existe en un Estado de derecho, donde las instituciones se deben preservar incólumes por encima de posiciones ideológicas o sectoriales, porque sólo mediante este ordenamiento político -perfectible como toda estructura que se recrea para acercarla al modelo ideal-, puede sustentar la concordia a medida que transcurren los tiempos. No hay desarrollo de un país, ni crecimiento en libertad, que se puedan lograr por caminos sembrados de discordia y sin diálogos constructivos.

La revalorización de la democracia nos convoca hoy a los argentinos a participar en una nueva etapa para elegir representantes en el Congreso de la Nación, 24 cargos en el Senado y 127 en Diputados, más las renovaciones legislativas en la Capital Federal y las provincias de Buenos Aires, Corrientes, Misiones, Formosa, Chaco, Salta, Jujuy, Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja, Mendoza y San Luis.

Se completará así un proceso iniciado el 11 de agosto pasado, cuando por segunda vez en nuestra historia republicana, se celebraron elecciones primarias abiertas, obligatorias y simultáneas para todas las fuerzas políticas en las que quedaron definidos los candidatos que competirán este domingo. Además, gracias a la ley que creó el voto joven voluntario, 592.344 argentinos de 16 y 17 años están habilitados para ejercer este derecho cívico en forma optativa.

Es otro paso más para recrear el valor de la democracia participativa, que no se debe limitar a cumplir periódicamente con el llamado a las urnas sino también con actitudes personales que eliminen para siempre las divisiones y los desencuentros políticos que ha sido constantes tropiezos antagónicos que llevaron a la pérdida de las libertades fundamentales y la perturbación de la paz social. Pero tampoco es signo de madurez política una sociedad dividida que no encuentra el camino de respeto a las instituciones republicanas, después de treinta años de ejercicio democrático ininterrumpido.

Afortunadamente se respira aire de cambios. La ciudadanía expresa la búsqueda de una democracia más abierta y plural, con respeto y unidad para encontrar las mejores soluciones, aunque haya que esperar, porque todo cambio de fondo lleva su tiempo.