Buscar y encontrar el "caso cero" sirve para conocer cómo empezó todo y evitar que vuelva a comenzar del mismo modo. Si es que se puede, porque así como ocurrió con la gripe aviar o con la H1N1, a veces ocurren secuencias naturales imposibles de prevenir. Pero, a esta altura del desarrollo de la infección en San Juan, esa búsqueda perdió importancia frente a la necesidad de atender las características locales del brote, situación sanitaria general y, en definitiva, acostumbrarnos a convivir con el virus. A la fecha, transcurridas más de dos semanas completas desde el pasado 19 de agosto en que se detectó el "caso Caucete", la supuesta fiesta clandestina, la compra ilegal de leña de La Rioja o el ingreso también ilegal desde Mendoza, tenemos algunos resultados.
Hay tres indicadores que son imprescindibles para poder establecer alguna proyección. Son de igual importancia en la ecuación pero hay uno que gana en popularidad, el Ro. El Ro es el Índice Reproductivo Básico, que es el que mide la cantidad de personas que son infectadas por cada nuevo caso. Los otros son, el Índice de Susceptibles, es decir la cantidad de personas que, tanto sea por proximidad o por condiciones de vida, hacinamiento en viviendas etc. estarían en condiciones de ser infectados, en San Juan son los que se mantienen bajo control en los cierres perimetrales. Finalmente los recuperados, que es la cifra que mide tanto la respuesta del sistema sanitario como los eventuales grupos de riesgo, por edad o lo que fuere. Se completa el panorama con la ocupación de camas de internación, sobre todo de terapia intensiva y el porcentaje de decesos. Para sintetizar, hasta el día de la fecha todos esos indicadores dan bien para San Juan. El índice reproductivo es 1 o menor a 1, los susceptibles están aislados y controlados mediante el cierre de barrios enteros por el período necesario para hacer los hisopados, el porcentaje de recuperados es alto, la letalidad muy baja, solo 10 casos (hasta ayer al medio día) y tanto la ocupación de camas de terapia intermedia como las de terapia intensiva llega a un porcentaje muy inferior al total disponible. Al comienzo, cuando nada se sabía sobre el desarrollo del Covid 19, la provincia se preparó en exceso, como para 40.000 infectados con miles de muertes. Se habían proyectado los índices internacionales para las enfermedades altamente transmisibles que generalmente terminan afectando alrededor del 5% de la población, de ahí los 40.000. Se armaron hospitales de campaña, se entrenó gente, se dispuso diferir las cirugías programadas y además la gente decidió postergar sus tratamientos y controles médicos para dejar lugar a lo que vendría. Pasados 170 días, casi medio año, apenas superamos los 360 casos activos con 2,7 por ciento que llegaron a la muerte, cuando el promedio mundial es 3 por ciento. Mientras que en San Juan, todos los años fallecen unas 7.500 personas por enfermedades comunes. Visto el estado de la situación y la experiencia recogida a escala internacional, se puede concluir que hay que ocuparse detenidamente de aquellas villas o asentamientos de población en que se sufre el hacinamiento, la carencia de condiciones de vida básicas, la ausencia de higiene personal, la incorrecta nutrición y la falta de controles sanitarios periódicos. Una sola persona afectada en uno de esos barrios es suficiente para promover el desastre. Al final, todo tiene cierta lógica, pero por suerte es una lógica que se puede revertir o al menos atenuar aunque fuera por un lapso. Por cierto que lo ideal sería dar a estos hermanos una mejor condición de vida pero ese no es el tema de esta nota. DIARIO DE CUYO publicó esta semana un gráfico elocuente: Al dibujar una escalera ascendente en que cada escalón represente un día en cantidad de contagios, se puede ver claro que cada escalón es casi igual al anterior por lo que debe interpretarse que la curva está estabilizada en su inclinación, no se ven ni subas desproporcionadas ni bajas significativas. Siguiendo estos datos, la conclusión parece sencilla: No tiene sentido prolongar el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) y sí continuar con el Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio (DISPO) en fases tan avanzadas como lo permita la disciplina de la gente en general y la conciencia sobre higiene, la toma de espacio entre una persona a otra y control estricto y seguimiento de casos de contacto estrecho con enfermos activos, evitar aglomeraciones o reuniones de muchas personas en el lugar que fuere, mantenimiento de protocolos en comercios, restaurantes, hoteles, bancos, oficinas públicas, pedidos y concesiones de turnos para actividades deportivas, lo que conocimos como Fase 5. Por otro lado la provincia da señales de haber agotado tanto su posibilidad de resistencia económica como la paciencia de sus habitantes, una de cuyas señales fue justamente la indisciplina que produjo el "caso Caucete". No deben olvidar gobernantes y epidemiólogos que el ser humano es gregario, que necesita reunirse con otros para formar parejas, conseguir un trabajo, ponerse de novios, hacer amigos, enterarse de cosas, estudiar, divertirse, esa es nuestra naturaleza. Tampoco es conveniente ni justo marcar o delatar a los desobedientes. Es bueno que alguien nos recuerde que la opresión es mala y se puede tolerar por alguna situación excepcional, no para siempre. Hay gente que necesita sentir la satisfacción moral de un acto de plena libertad. Esta no puede ser una culpa y si no hay culpa, no hay culpables. La espalda del gobierno para seguir sosteniendo una situación eterna podría encorvarse y la necesitamos erguida y fuerte para aguantar lo que vendrá, que no será fácil. Economía en caída, desempleo, pobreza, inseguridad, inflación, acumulación de deudas, quebrantos empresarios con la consecuente pérdida de fuentes de trabajo y otros males requerirán dedicación, imaginación y gran esfuerzo para atenuar o contener los efectos negativos que se proyectan ineludibles. Nunca se debió separar la salud de la economía pero ya se lo hizo, vista la realidad es algo que es bueno corregir.