El Día Internacional de la Mujer, Instaurado por la Organización de las Naciones Unidas en 1952, nació como una evocación de dos hechos trascendentes protagonizados por mujeres: un pronunciamiento masivo en Europa contra la guerra de 1914 y a favor del voto femenino, y una sublevación de mujeres rusas en 1917, prólogo de la revolución bolchevique.

Aunque la creencia popular atribuye la elección del 8 de marzo como recordación del género femenino a la muerte de 146 mujeres huelguistas en un incendio fabril en Nueva York, los registros históricos no lo avalan. La elección de esa fecha fue iniciativa de partidos socialistas del mundo como gesto de solidaridad y agradecimiento al ímpetu de la mujer en su búsqueda de igualdad, justicia y en contra de la violencia.

Tendría que ser un número rojo en el calendario, pero se celebra trabajando. Hoy, desde los puntos más recónditos del planeta, al frente de un hogar o de una empresa, bajo el techo resquebrajado de una choza o en medio de la inmensa jungla de cemento, cientos de miles de féminas de todo el mundo celebrarán el Día Internacional de la Mujer. Muchas de ellas aprovecharán la coartada que les ofrece el almanaque para levantar, en marchas y protestas, la bandera de la igualdad y del reconocimiento de sus derechos: a trabajar y a ganar lo mismo que el sexo opuesto, a ocupar puestos en la dirigencia y a que se las reconozca por su capacidad y no por su apariencia física. Otras lo celebrarán en silencio, con la sola esperanza de que los 365 días del año se les reconozcan los mismos derechos, ni más ni menos, de los que gozan los hombres todo el año, sin necesidad de que el calendario fije un día para ellas.

La sociedad debería crear sus propios anticuerpos para defender y proteger siempre la dignidad de las mujeres. Celebrar en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer es una puesta al día que permite a todos los integrantes de las distintas comunidades en el orbe hacer un relevamiento de los logros, que afortunadamente son muchos, y de los conflictos, también muchos, que aún subsisten. El 90% de los casos de violencia de género en Argentina es ejercido por el hombre contra la mujer.

Resulta por consiguiente fundamental, insistir en la necesidad de reflexionar sobre cuál es la imagen del hombre y de la mujer que los argentinos debemos ayudar a construir para una convivencia armónica y sin discriminaciones.