Internet se transformó en una herramienta fundamental en medio de la crisis mundial.

 

¿Habrán imaginado los diseñadores de Internet lo crucial que iba a ser su invento durante una pandemia? Son muchos los responsables del desarrollo de una tecnología comunicacional tan compleja, expansiva y dinámica como Internet, pero la idea original fue del Ejército norteamericano para garantizar las comunicaciones en la eventualidad de una guerra. Esta ingeniosa creación fue posible gracias al trabajo de visionarios que integraron distintas tecnologías en una extraordinaria autopista digital para transportar datos. Si bien se había insinuado la idea de una red comunicacional, fue 1960 que el estadounidense Licklider, popularizó la idea de una "Red Intergaláctica” de computadoras.

El 29 de octubre de 1969, la primera red denominada ARPAnet, entregó su primer mensaje. Una comunicación entre dos computadoras distantes. La primera estaba en la Universidad de California de Los Ángeles y la otra en Stanford. El mensaje: " Iniciar Sesión”, fue breve pero la computadora solamente recibió las dos primeras letras. A pesar de ello, el pequeño mensaje bloqueó la incipiente red comunicacional. En 1983, ARPAnet adoptó un modelo de comunicaciones que establecía estándares para la transmisión de datos entre múltiples redes (protocolo TCP/IP) lo que permitió ensamblar una gran red que se convirtió en lo que hoy conocemos como Internet. Al principio sólo para transmitir archivos o mensajes, hasta que el británico Tim Berners-Lee inventó la World Wide Web en 1989. Como el coronavirus, Internet se fue expandiendo a una velocidad extraordinaria entre toda la población mundial. Mucho ha evolucionado esta "red de redes” en los últimos años y juntamente con computadoras personales y teléfonos inteligentes, se ha constituido masivamente como un recurso imprescindible para un sinnúmero de actividades. Tampoco nosotros nos damos cuenta, pero, frente al tremendo aislamiento que estamos experimentando, Internet se ha convertido en el principal antídoto para combatir muchos de los efectos colaterales negativos del coronavirus. El home office (trabajo desde el hogar), método elegido por las empresas para sostener la actividad productiva de miles de trabajadores, es posible gracias a Internet. Lo mismo ocurre con la educación multimedial a distancia que se ha multiplicado como nunca antes en la historia, permitiendo que cientos de millones de alumnos continúen la labor educativa, a pesar del cierre de escuelas y universidades. Las compras digitales, en las que podemos obtener todo tipo de alimentos, servicios o mercancías sin violar el aislamiento; visitar un museo o una muestra de arte; participar de un culto; "asistir” a misa; aprender yoga, bailar, costura; celebrar cumpleaños por videoconferencia; leer libros; disfrutar de series o películas que no tuvimos tiempo de ver; jugar en red; hacer operaciones bancarias y financieras; estar "cerca” de familiares y amigos a pesar del confinamiento y la distancia; todo esto es posible gracias a Internet. La pandemia será prolongada. ¿No convendría utilizar este tiempo para conocer y usar nuevas aplicaciones? ¿Seremos capaces de seguir aprovechando estas tecnologías cuando la pandemia se acabe?
 

 

Por Gustavo Carlos Mangisch
Director de la Maestría en Gestión de Nuevas
Tecnologías en Comunicación de la UCCuyo