Todo indica que estamos en el quinto año de retrocesos. Ecuador y Paraguay cayeron en la categoría de países no libres, junto a Cuba, Honduras, México y Venezuela. Pero prefiero ver la situación desde otra perspectiva. Un informe de la Universidad de Missouri del año pasado observó una relación directa entre libertad de prensa y felicidad y comprobó que en países donde hay más respeto por la libertad de prensa, la gente tiene mejor calidad de vida. En particular puede mejorar la calidad ambiental, el control al gobierno y exigir más beneficios y mejores servicios públicos.
La libertad de prensa también promueve el desarrollo económico. El ex presidente del Banco Mundial, James Wolfenshon, dijo que para reducir la pobreza, es necesario acceso a la información e información de calidad, para tomar mejores decisiones. La mayoría de las constituciones de América latina y el Caribe tienen principios similares pero con tantas reformas, casi un deporte nacional, los principios constitucionales nunca se pudieron establecer como parte de la cultura. Y la libertad de prensa parece una disputa entre gobiernos y periodistas.
Para ser justos, existen grandes avances también en el campo legal. En varios países se eliminó el desacato o leyes de insulto, en algunos se descriminalizó la difamación y en muchos se han creado leyes de acceso a la información. En otros países se eliminó la colegiación obligatoria y se sancionaron leyes para proteger a los periodistas. Todavía falta mucho para tener el marco legal adecuado, y mucho más para una mejor cultura de libertad de prensa. Si bien es malo que la difamación sea una ofensa criminal, peor es que un juez, presionado por el poder público, quiera encarcelar al periodista, o que un funcionario crea que tiene privilegios ante la crítica, como Rafael Correa. El problema latinoamericano no es tanto legal, sino la falta de independencia de la justicia.
Algunos gobiernos readaptaron el viejo concepto "’democratización de la comunicación” del fallido Nuevo Orden Mundial de la Comunicación de la década del "80 y tratan de crear un estatuto especial para controlar a los medios privados, caso de Argentina, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Venezuela. Esto implicó nuevas leyes de prensa con controles desmedidos que aparecieron primero en la Ley de Responsabilidad Social de Venezuela; restricciones a la propiedad privada de medios y a la información pública. En Ecuador y Honduras las leyes de Comunicación que lideran Correa y Porfirio Lobo están diseñadas para sus propios intereses.
Hay problemas legales que superan los desafíos de otras épocas. Antes era la difamación, desacato, acceso a la información -todavía temas importantes-, pero ahora la libertad de prensa está más amenazada por la ausencia de reglas para el poder. Los gobiernos están aumentando considerablemente los gastos en propaganda política, usando la publicidad oficial para discriminar y, lo que es peor, creando grandes redes de medios gubernamentales que no tienen nada de público.
Esta propaganda, sumada a la debilidad de las instituciones y de la oposición, disminuyen la democracia. Por eso se necesita crear una cultura de libertad de prensa y de expresión por fuera de nuestro ámbito político/periodístico. No puede haber apoyo a programas de desarrollo de medios de comunicación en América latina si no se piensa en la sustentabilidad económica de los mismos, en hacer que haya reglas de juego claras, leyes que obliguen a los gobiernos a ser más transparentes en políticas que afectan a los medios.