A pesar del papel trascendente que cumplen las pequeñas y medianas empresas dentro de la estructura económica del país, las Pymes siguen postergadas a la hora de acceder al financiamiento bancario.
Según el Instituto de Estudios Sobre la Realidad Argentina (IERAL), las Pymes son el último eslabón en la cadena crediticia, ya que no disponen de suficientes garantías reales y líquidas. Traducido en números, sólo el 24% de los préstamos van a ese sector. El resto corresponde a las grandes empresas, créditos personales y tarjetas de crédito. Las Pymes, representan nada menos que el 99,05% del total de compañías del país y dan trabajo al 66% de la fuerza laboral. Este panorama podría ser más amplio todavía, de incorporarse a ese universo a aquellas áreas informales que no pueden ser contabilizadas.
Desde 2007, a través del Banco Nación, el Gobierno nacional lanzó varias líneas de créditos para Pymes, a tasas de intereses subsidiadas y por montos que llegaron a superar los 5000 millones de pesos en 2007 y 2009. Sin embargo ninguna obtuvo los resultados esperados, porque no solucionaron el problema histórico de fondo: sobrecarga de garantías de admisión y tiempos prolongados de gestión.
Es bueno que el Gobierno nacional desarrolle estas líneas de crédito para facilitar el desempeño del sector productivo. Es parte de sus políticas, pero es necesario que el crédito se traduzca en estímulos reales para el crecimiento, adecuándolo al contexto de las Pymes argentinas, sin las pesadas y complicadas formalidades que en la práctica impiden dinamizar al sector.
