Igual que preocupan los estragos del cambio climático y la urgencia de medidas contra el calentamiento global, se observa la decrepitud de los ecosistemas y en particular de las vitales fuentes de agua dulce.

Un estudio científico revela que alrededor del 40% de las áreas de las cuencas hidrográficas del mundo muestran degradación, peligrando la calidad y la seguridad del agua del planeta.

El informe The Nature Conservancy, de EEUU analizó los recursos que abastecen a más de 4.000 ciudades del mundo y su proyección ambiental, económica y social.

Asegurar el agua para consumo humano y del agro del futuro cercano, es un desafío asociado a la protección ambiental ya que implica proteger las fuentes hidrográficas.

Para el Banco Mundial las pérdidas relacionadas con el agua en la agricultura, en la salud y en la propiedad, por culpa de un desarrollo negativo sostenido, podrían disminuir la tasa de crecimiento en un 6% en 2050, en todo el mundo.

La pérdida de vegetación natural y la degradación de la Tierra, que conlleva el mal estado de los cuencas hidrográficas, pueden cambiar los patrones del flujo del agua a través del paisaje y alterar la confiabilidad del recurso.