
En este itinerario del amor que venimos desarrollando según Amoris Laetitia del papa Francisco, vimos en artículos anteriores las crisis evolutivas o predecibles que se presentan a los esposos según el ciclo vital y familiar, a las que se suman las crisis inesperadas.
"A estas se suman las crisis personales que inciden en la pareja, relacionadas con dificultades económicas, laborales, afectivas, sociales, espirituales. Y se agregan circunstancias inesperadas que pueden alterar la vida familiar, y que exigen un camino de perdón y reconciliación. Al mismo tiempo que intenta dar el paso del perdón, cada uno tiene que preguntarse con serena humildad si no ha creado las condiciones para exponer al otro a cometer ciertos errores. Algunas familias sucumben cuando los cónyuges se culpan mutuamente, pero la experiencia muestra que, con una ayuda adecuada y con la acción de reconciliación de la gracia, un gran porcentaje de crisis matrimoniales se superan de manera satisfactoria. Saber perdonar y sentirse perdonados es una experiencia fundamental en la vida familiar. El difícil arte de la reconciliación, que requiere del sostén de la gracia, necesita la generosa colaboración de familiares y amigos, y a veces incluso de ayuda externa y profesional" (AL,236).
Ciertamente, "la historia de una familia está surcada por crisis de todo tipo, que también son parte de su dramática belleza… Cada crisis implica un aprendizaje que permite incrementar la intensidad de la vida compartida… cuando el matrimonio se asume como una tarea, que implica también superar obstáculos, cada crisis se percibe como la ocasión para llegar a beber juntos el mejor vino" (AL,232).
Hay que asumir cada crisis, porque "cada crisis esconde una buena noticia que hay que saber escuchar afinando el oído del corazón" (AL,232). Por el contrario, "la reacción inmediata es resistirse ante el desafío de una crisis, ponerse a la defensiva por sentir que escapa al propio control, porque muestra la insuficiencia de la propia manera de vivir, y eso incomoda. Entonces se usa el recurso de negar los problemas, esconderlos, relativizar su importancia, apostar sólo al paso del tiempo. Pero eso retarda la solución y lleva a consumir mucha energía en un ocultamiento inútil que complicará todavía más las cosas" (AL,233).
En conclusión, son muchos los desafíos que enfrentarán los esposos en el itinerario del amor. Pero cuentan, si han recibido la gracia del Sacramento del Matrimonio, con la presencia de Jesús y de María cada día, para ayudarles a transformar el "agua" de las dificultades y problemas, en el "vino" de la alegría y la felicidad, como en las bodas de Caná (Jn 2,1-11).
Por Ricardo Sánchez Recio
Orientador Familiar. Bioquímico legista. Profesor en Química.
