Con el ingreso de Croacia como miembro de pleno derecho, la Unión Europea (UE) entra definitivamente en los Balcanes. Croacia se convirtió desde el pasado lunes en el estado número 28º de la comunidad de naciones, después de que el Consejo Europeo hubiera abierto el proceso de las negociaciones para Serbia e incluso para Kosovo, aún todavía en la postergación del reconocimiento de su independencia.
Simbólicamente, se quitaron los carteles de "’Aduana” de la frontera con Eslovenia, la única de las repúblicas de la antigua Yugoslavia que hasta ahora había adherido a la UE (2004), tras las guerras balcánicas de los años 90. Al mismo tiempo, la inscripción "’UE” se colgará en la frontera con Serbia, otro país desmembrado de la ex Yugoslavia, que abrirá a principios de 2014 negociaciones para sumarse al bloque europeo.
El ingreso a la Unión Europea llegó tarde para algunos habitantes de Croacia que, escépticos, no creen lograr grandes cambios a futuro como sí proyectaban tras las guerras de los años 90. El contexto tampoco ayuda. Los datos macroeconómicos de Croacia preocupan a su población: el país está en recesión desde 2009 y la desocupación afecta al 21% de la población activa. Su PBI es un 39% inferior al del promedio del bloque y sólo supera al de Rumania y Bulgaria, de acuerdo con datos oficiales. A esto se agrega que la propia UE está confrontada a la crisis de la deuda de la Eurozona y nueve de sus 27 países se encuentran en recesión.
Hace 22 años, parecía que todo se podía resolver en cuestión de semanas, y entonces se produjo la guerra. El conflicto bélico no solo separó a los pueblos de los Balcanes entre sí, sino del resto de una Europa que contempló horrorizada aquel absurdo derramamiento de sangre y, que tampoco supo tener el coraje para detenerlo. Zoran Milanovic, Primer ministro y líder del Partido socialdemócrata croata, dijo que se comprometía a "’hacer todo lo posible para ayudar a los demás países de los Balcanes que no están aún en la UE” a cumplir este objetivo. Esto puede interpretarse por un lado como una expresión de solidaridad entre pueblos que formaron parte de un mismo Estado federal, o también un pequeño reproche a Eslovenia, el primero de los fragmentos de Yugoslavia que llegó a la UE y que en algún momento ha intentado aprovecharse de las negociaciones para arreglar viejos asuntos con Croacia.