Joya demócrata. La diputada de origen latino Alexandria Ocasio-Cortes, en las calles para defender el planeta. Nació en el Bronx, es experta en economía y relaciones internacionales. Trump busca opacarla, por eso, la comparó con Evita.

 

Alexandria Ocasio-Cortez es la nueva estrella fulgurante en el universo del Partido Demócrata en Estados Unidos. Latina, de 29 años, nacida en el Bronx, educadora comunitaria, especialista en economía y relaciones internacionales, saltó a la fama cuando -en las elecciones de medio término de noviembre de 2018- ganó por el distrito 14º de Nueva York convirtiéndose en la mujer más joven en ingresar a la Cámara de Representantes. Integra la organización Socialistas Democráticos de América y amenaza en fama a la gran dama del Partido, la presidenta de la Cámara de Representantes y tercera en la línea sucesoria presidencial, Nancy Pelosi.

Esta descendiente de portorriqueños, AOC como la llaman los medios y las redes sociales, representa la "Ola Azul", la renovación dentro del Partido Demócrata. Hizo campaña pidiendo por una asistencia médica universal, luchando contra la contaminación del agua en Flint, Estado de Michigan, y apoyando a los aborígenes de la reserva Standing Rock que se oponían a la instalación del oleoducto Dakota Access en su territorio y de quienes -asegura- aprendió las formas de activismo político y la importancia de la solidaridad en las manifestaciones sociales. Impulsa las energías renovables y un "New Deal verde", defiende los intereses de las minorías y reprueba, en partes iguales, la anquilosada estructura de su propio partido, que se mantiene desde la época de los Clinton, y el discurso y las ideas de Donald Trump. La globalización económica ha generado una nueva visión de mundo, pero también nuevos problemas que han sido visibilizados por movimientos alterglobalistas integrados por colectivos sociales que, ocasionalmente, se integran generando una "multitud" que puede actuar unida con respecto a un tema determinado, ya sea en una manifestación, en una lucha concreta o en una elección, mas no suelen representar una ruptura contra las estructuras económicas y financieras planetarias, sino sólo una respuesta localista que cuestiona -y hasta corrige ligeramente- estas estructuras, y que, en el fondo, las legitiman y permiten su continuidad. Ocasio-Cortez entendió esta lógica y funciona en ella.

Este fenómeno se vio en las últimas elecciones de medio término en los Estados Unidos, donde se enfrentaron dos concepciones bien marcadas: el oficialismo republicano, con su éxito económico y su campaña antiinmigración, y la oposición demócrata, que encaja con esta definición de "multitud" ya que hizo hincapié en la representación y el rescate del derecho de las minorías, fenómeno que se vio reflejado en la aparición de una gran variedad de candidatos que tuvieran este perfil. 

En este contexto, el Partido Demócrata puso, con suerte dispar, a consideración del electorado a personajes muy variopintos para ingresar a la cámara de Representantes. Entre las exitosas, a Ocasio-Cortéz se le sumaron las primeras musulmanas en ingresar a la Cámara, Ilham Omar, una refugiada somalí, por Minnesota, y Rashida Tlaib, de ascendencia palestina pero nacida en Detroit, por Michigan; las primeras aborígenes Sharice Davids, de la tribu Ho Chunk y militante LGTB, por Kansas, y Debra Haaland, de la tribu Laguna Pueblo, representante por Nueva México; Ayanna Pressley, primera mujer negra electa por Massachusetts; y los esperables triunfos por Texas de dos mujeres latinas, Verónica Escobar, una ferviente defensora de las políticas migratorias blandas, y Sylvia Rodríguez García.

Distinta suerte tuvieron quienes aspiraron a las gobernaciones. La novelista Stacey Abrams perdió en Georgia, siendo la primera mujer negra candidata a la gobernación, pero un empresario de origen judío, Jared Polis, se convirtió en el primer gobernador de Colorado reconociéndose abiertamente gay durante la campaña electoral y siendo un claro militante por los derechos de las minorías sexuales, lo mismo que otra demócrata, en este caso reelecta, la gobernadora de Oregon, Katherine Brown, que se reconoce como bisexual. 

Pero recientemente fue el propio Trump el que volvió a colocar a Ocasio-Cortez en el escenario político cuando, entrevistado por el periodista político Tim Alberta para su libro "American Carnage", señaló que la latina "tiene talento" y "mucho potencial", pero que "no sabe nada", y que aseguraba haberle llamado, cuando la conoció haciendo campaña en la calle, Eva Perón. "Es Eva Perón. Es Evita", asegura haber dicho.

La joven congresista parece haber aceptado el convite de la comparación, pero disgustada con la subjetivación acerca de que no sabía nada de nada, le respondió vía Twitter con dos sendas frases de la "abanderada de los humildes". El 7 de julio le escribió "Sé que, como cualquier mujer del pueblo, tengo más fuerza de la que aparento", para añadir, dos minutos después, un segundo tuit con esta frase: "Había observado por muchos años cómo algunas familias ricas tenían en sus manos gran parte de la riqueza y el poder de Argentina. Así que el gobierno trajo una jornada laboral de 8 horas, pago por enfermedad y salarios justos para dar a los trabajadores pobres una oportunidad", usando la comparación como un boomerang contra el gobierno de Trump. Así, Ocasio-Cortez, la novedad rebelde, constituye, desde una perspectiva socialdemócrata europea, una respuesta al "establishment", pero a la manera estadounidense, es decir, siempre dentro del sistema, y esta vez apelando al modo argentino: colando a Evita en su discurso.