El "homo tecno'' y su enfrentamiento a la esperanza o desesperación futura?

Se viene la Navidad, y ella invita a salir a abrazarse a la esperanza de Belén, o a abarrotarse en la cárcel mental de la sin salida y la desesperación.


La renovada energía del paganismo, emergía a flor de piel en el 410, cuando los relatos de la historia cuentan que las tropas de Alarico entraron a sangre y fuego en una "urbs'' debilitada, provocando cambios en la vida de los cristianos de entonces. La suya parecía ser una historia condenada al éxito, ubicados en el lado correcto de la historia, predicho por los relatos bíblicos. Y, sin embargo, allí estaban en el debate de una primera prueba, frente a la foto de los bárbaros saqueando y apoderándose de la legendaria ciudad de Roma. Es decir, surgía aquí una gran incógnita teológica-filosófica, que inquietó desde joven al pensador de Hipona: ¿Cómo podría haber permitido Dios tanta violencia? Si Dios existe y es bueno, ¿cómo es posible el mal? ¿Cómo justificar el padecimiento? 


 El doctor angélico dedicó muchos años de su vida a la composición de una monumental obra, con sus aciertos y limitaciones, pero que marcará el destino del Medioevo y hasta nuestra contemporaneidad occidental actual, con el fin de dar una respuesta sólida a las cuestiones del bien sobre el mal. Los veintidós libros que componen la obra "La ciudad de Dios'' (libro publicado por San Agustín en el 426 d.c. aproximadamente), están perspicazmente pensados para ir resolviendo las pretensiones de la superioridad de la antigua tradición pagana y el desconcierto del cristianismo para redescubrir algún sentido a la vida e historia. Oportunamente, la primera parte de la obra ("Contra Paganos'') muestra la superficialidad de la cultura pagana frente a la superioridad moral e intelectual del cristianismo. Se organiza en dos volúmenes, subdivididos en 5 libros cada uno de ellos. "La primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación aquí siempre conviven''. Es decir, la historia de las dos ciudades ha de proporcionar dos sentidos según la realidad de cada uno: Una en un sentido teológico, y otra en uno filosófico. La primera postura a esta lectura, es la espiritual, fe, moral: "todo esto que está pasando me lo había predicho Cristo antes de que sucediera''. Otra, en sentido filosófico, cuando la historia pasa a convertirse en la realización necesaria de una idea que está por encima del bienestar y la felicidad de las personas, el pueblo, Nación. 


 Precisamente, en lo teológico Agustín quiso responder desde las razones de la Fe al avance de los paganos que la amenazaban, aunque algunos critican que terminó con el reduccionismo de la culpabilidad del sexo, origen del mal. Y, además, afirmó que la razón estaba subordinada a la verdad de los textos sagrados, y que era infalible la autoridad de la institución Iglesia por la gracia divina sacramental: ¿pero qué pasa ahora cuando el silencio calló abusos de poder, fruto de un pensar agustiniano para combatir el mal fuera de ella, pero no dentro de ella? No obstante, en lo filosófico, su aporte desnuda la delgada línea que hay entre legitimar el daño que "acontece'', al que se tiene que infligir para salvar al poder ¿Esta historia podrá dar una vuelta de página frente al "por venir del homo tecno'' en esperanza o desesperación futura? 

Por Diego Romero
Periodista, filósofo y escritor.