En las últimas semanas hubo un par de ejemplos de mal uso de los recursos del Estado que exhibieron de manera flagrante que a los políticos les importa casi nada respetar las instituciones que representan. Paradójicamente, los protagonistas de esos modelos están de un lado y del otro de la grieta: Mauricio Macri utilizó plata de las provincias para solventar su propio salvataje electoral y, en la misma línea, el rector de la Universidad Nacional de San Juan, Oscar Nasisi, usó una conferencia de prensa convocada por la casa de estudios para echarle nafta al país y para mostrar su felicidad por el resultado electoral de las PASO. Si bien ambos están en lugares muy distintos de esta "cadena alimenticia" de la política argentina, en el fondo los dos exhiben el irremediable y vergonzoso hecho de que la gran mayoría de los políticos de este país, no tienen límites.

Rector de la UNSJ, Oscar Nasisi.

Nasisi ya ha dado muestras tangibles de su pertenencia ideológica al kirchnerismo, lo que no es un pecado, por su puesto. La alineación política de un Rector no es el problema, porque si pensáramos que no la debería tener, estaríamos cayendo en una ingenuidad rayana a lo estúpido. Nasisi, como cualquiera, puede pensar como lo desee y puede militar todo lo que quiera. Pero de ahí a convocar a una conferencia de prensa dos días después de las PASO, con la situación en la que estaba el país por esas horas, para decir que no sabía qué iba a pasar con los sueldos de los empleados universitarios y, a su vez, celebrar el resultado electoral del kirchnerismo, es una maniobra política mal intencionada, incoherente para el cargo que ocupa y casi delictual, ya que evidentemente usó los recursos del Estado Nacional para su provecho. En realidad el problema no es Nasisi, el problema lo tenemos el resto de los sanjuaninos, que no decimos ni hacemos nada. En otros países, esto hubiera alcanzado para una revolución. Hay ejemplos: en 2012, el Presidente alemán Christian Wulff debió dimitir tras aceptar un regalo de 700 euros de un productor de cine, y de presionar a la prensa para bloquear informaciones sobre sus vínculos con un empresario. En 2010 se conoció que más de la mitad de los diputados británicos cargaron a las cuentas públicas gastos personales por más de un millón de euros. El caso obligó a renunciar a la ministra de Interior y al presidente de la Cámara de los Comunes. Siete parlamentarios, conservadores y laboristas, fueron condenados a penas de cárcel. En 2013, el primer ministro de centroderecha de la República Checa, Petr Necas, dimitió por un escándalo de corrupción y abuso de poder en el que también estaba implicada su jefa de gabinete y cercana colaboradora, Jana Nagyova, quien finalmente resultó ser su amante. Nagyova fue acusada de usar el servicio secreto militar para espiar a la mujer de Necas, que vivía separada del entonces primer ministro. Y más recientemente, el alcalde de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, debió renunciar luego de que se conocieran una serie de chats con comentarios homofóbicos y misóginos entre él y varios de sus colaboradores. El tema levantó tal polvareda que la gente ganó las calles y a Roselló no le quedó otra que irse.


Es decir, en el mundo los recursos de los Estados se protegen. Los ciudadanos han aprendido a darles el valor que tienen y a exigirles a sus representantes que los cuiden. Por supuesto lo hecho por Nasisi no se compara en gravedad con los anteriores, pero es la misma filosofía: yo hago lo que quiero con el dinero de todos. Yo mando. Yo decido. No hay cuestionamientos posibles. En realidad, en el accionar del rector también hay un poco de kirchnerismo, de peronismo, donde los personalismos son mucho más frecuentes que en otros partidos o sectores políticos de la Argentina. Si Nasisi piensa de esta forma hoy, nadie puede asegurar que el día de mañana no se convierta en alguno de los malos ejemplos europeos, si le tocara comandar un cargo de mayor jerarquía.

Macri
La maniobra del Presidente argentino es mucho peor que lo hecho por Nasisi, por supuesto. Deslegitimado por el resultado electoral, el mandatario no solamente salió a culpar a los votantes de su mal presente, si no que ideó un plan de emergencia social con los recursos coparticipables, con la plata de las provincias. Pero además lo hizo sin consultar a los gobernadores y aún tampoco al Congreso, el ámbito de representación de los partidos políticos y las provincias. En el caso de San Juan, se trata de unos 1.300 millones de pesos que no llegarán. Ese sistema de protección que les arman a los presidentes en Buenos Aires no permitió que el debate fluyera de la manera que debió hacerlo, todo lo contrario. En muchos casos las provincias quedaron como tiranas por salir a "ponerle palos en la rueda al Presidente", tras el reclamo de los gobernadores por los recursos de los distritos que la Casa Rosada ya está usando sin consulta alguna. Todo lo contrario. Un tirano es quien abusa de su superioridad, de su fuerza o de su poder en su relación con los demás. Huelgan las palabras.


Para San Juan la situación es aún más injusta, porque la Nación ni siquiera cumple con los recursos para la obra pública comprometida. Hay una deuda que no se reconoce y que probablemente la provincia jamás llegue a cobrar. El Gobierno provincial está amagando con ir a la Justicia, de hecho ya avanzó en esa línea, pero lo más probable es que el reclamo no llegue a buen puerto antes del 10 de diciembre. Si en octubre se repite lo ocurrido en las PASO, el gobernador Sergio Uñac deberá resolver este tema con Alberto Fernández. Ahora hay cierta expectativa provincial por algunas señales "interesantes", dijo alguien en Casa de Gobierno la semana pasada, pero en realidad en el gabinete de Uñac saben que será casi imposible que el macrismo pague lo que prometió.


Así como están los malos ejemplos, existe al menos uno bueno: José "Pepe" Mujica, el expresidente de Uruguay, es modelo de austeridad en el mundo. Nunca se mudó a la lujosa casa de gobierno de ese país y prefirió quedarse en su chacra de las afueras de Montevideo. Manejó siempre el mismo vehículo con el que llegó al poder y donó el 90 por ciento de su sueldo. No hay muchos más en la historia reciente.


Lamentablemente a los dirigentes y al resto de los ciudadanos de a pie aún nos falta mucho por aprender. Sencillamente no se pueden permitir atropellos de la magnitud de los que estamos sufriendo. Como se ve, este pensamiento sobre los recursos del Estado no es patrimonio ni de los progresistas ni de los liberales, son males que nos atraviesan a toda la sociedad, macristas o kirchneristas por igual. Aquí no hay ideologías ni formas de pensar, hay desesperación y parsimonia de los ciudadanos. Desinterés total por la cosa pública. Ellos (Macri, Nasisi y otros) se aprovechan y nadie dice nada. Así estamos.