Hay un axioma que expresa que la riqueza de un país está en su capital humano. Por ello, todas las acciones que se puedan emprender para garantizar una población sana, tanto en el aspecto físico como psíquico, merecen todo el apoyo posible. Con personas completamente desarrolladas, íntegras y debidamente capacitadas, es imposible que una nación no logre un crecimiento sostenido, uno de los requisitos principales para revertir los índices de pobreza, que en el caso de nuestro país se mantiene en niveles muy altos, en el orden del 30 por ciento.

  La primera infancia es la etapa que determina el futuro desarrollo de la persona.


La base para que los individuos de una nación puedan llegar a convertirse en hombres y mujeres capaces de afrontar los desafíos propios de la vida moderna, la encontramos en la primera infancia. Es la etapa de mayor evolución del ser humano, en la que adquiere las principales aptitudes que le permitirán desenvolverse con posibilidades de alcanzar y superar objetivos.


Para el neurólogo y neurocientífico argentino Facundo Manes, los primeros años de vida son invaluables para reducir el impacto de la pobreza en el desarrollo de un ser humano. De ahí la importancia de atender las principales necesidades durante la primera infancia.

Un país con una población sana y capacitada es capaz de crecer a tal punto de reducir la pobreza en forma efectiva.

Pero la pobreza es consecuencia de la falta de desarrollo integral de una persona y no simplemente un déficit de dinero. Es por eso que ahora las mediciones vinculadas a esta deficiencia contemplan además aspectos como la seguridad alimentaria, la cobertura de salud y previsión social, el acceso a una vivienda con servicios básicos y los recursos educativos e informáticos.

 Los niños en sus primeros años de vida necesitan de toda la atención.


Según Manes, el contexto de pobreza puede estar dado, además de la falta de dinero, por la falta de tiempo, de afecto, de comida y de espacio. Si no se avanza sobre estos factores se cae en un círculo vicioso que agrava la situación y el estado de pobreza del que se pretende salir.



Un programa visionario


En este marco, el programa "Mis primeros mil días" surge como una de las iniciativas más lúcidas para llegar con ayuda concreta a un sector de la población que necesita del apoyo de todos, para no ser afectado por la carencia de neuronas en los primeros años de su existencia y alcanzar un desarrollo que garantice su posterior inserción en la sociedad sin mayores inconvenientes.


Recordemos que este plan de ayuda nutricional y asistencia médica incluye a los niños recién nacidos hasta los dos años de edad y a las madres embarazadas desde el momento de la concepción, totalizando los primeros mil días, en que el ser humano alcanza un desarrollo que luego lo marcará por el resto de su vida.


Si en estos primeros mil días, tanto la madre como el feto y luego el niño recién nacido, reciben los nutrientes necesarios para su alimentación, se lo controla periódicamente y se lo asiste en otras necesidades psicológicas que se puedan ir presentando, ese niño estará en muy buenas condiciones físicas y psíquicas para integrarse a otras etapas del crecimiento. De la misma forma habrá alcanzado un desarrollo integral que le permitirá, como adolescente o joven, continuar formándose, con posibilidades ciertas de prosperar dentro de la sociedad. En definitiva, estaremos ante un hombre íntegro y apto para sumarse a un mundo cada vez más exigente, reduciendo la presencia de personas discapacitadas por no haber tendido en su momento la alimentación y los estímulos necesarios.


Ahora, lo que hay que tratar de asegurar es que el programa "Mis primeros mil días" funcione como corresponda y no deje a un solo niño de lado en toda la provincia.


Para ello hay que verificar que todos los mecanismos del engranaje estén funcionando como corresponde, es decir que los hospitales, puestos de salud, salas de primeros auxilios, Centros Integrales Comunitarios (CIC) y escuelas, estén cumpliendo cada uno con su objetivo de servir de sede de charlas, distribución de los kit alimentarios que prevé el plan y de los controles médicos obligatorios. 


No obstante, hay que insistir para que las autoridades, tanto de Desarrollo Humano, como de Salud Pública y del Ministerio de Educación, que trabajan en conjunto en el desarrollo del plan, visiten todos los rincones de San Juan para sumar a todas aquellas mujeres embarazadas que por desconocimiento todavía no se han inscripto. Este operativo "rastrillaje" podría ser aprovechado por cada una de las reparticiones, para verificar las condiciones de vida de las beneficiadas y asistirlas conforme a las principales carencias.


A partir de esto surgen algunas sugerencias como la de llegar a los hogares más necesitados, en las zonas más remotas con un kit de elementos esenciales en los que no puede faltar el jabón, la lavandina y otros elementos para higiene personal y del hogar. También se puede gestionar algunos elementos para mejorar las condiciones de vida, dando lugar a una gran campaña solidaria en la que todo aquel que disponga de algún elemento todavía aprovechable, como heladeras o cocinas, los haga llegar a sectores de la comunidad que carecen de ellos y que los necesitan.


En definitiva, todo esto apunta a fortalecer las bases de nuestra comunidad para dar lugar a que en un futuro contemos con una población económicamente activa integrada por personas íntegras tanto en los físico como en lo mental y espiritual.