El liderazgo que tenía Argentina en el desarrollo de cultivos genéticamente modificados, ha quedado en la historia de los éxitos alcanzados en los últimos tiempos, ya que las políticas regresivas para el campo han achicado nuestra trascendente evolución agropecuaria.

Desde el año pasado Brasil aventaja a nuestro país en materia de producciones transgénicas, en tanto los Estados Unidos se ubicaron en segundo lugar, de acuerdo a los datos suministrados por el Servicio Internacional de Biotecnología Aplicada, que releva para Brasil 21,4 millones de hectáreas de cultivos transgénicos durante el año pasado (35% más que en 2008), particularmente de plantaciones de soja, maíz y algodón. Se observa de esta manera el enorme apoyo del gobierno brasileño al sector rural, con resultados que posiciona al vecino país en la cúspide de la agricultura mundial.

Tanto Brasil, como EEUU, aprovechan también la apertura de los mercados, por la sucesión de la aprobación las cosechas con aplicación de alta tecnología que las hacen resistentes a plagas y tolerantes a la sequía, entre otras propiedades. Pero también están en carrera otras naciones que pueden ser competitivas en la oferta agrícola gracias a los transgénicos. Según cifras del ente mundial, el año pasado se cultivaron 134 millones de hectáreas con esta biotecnología, en 25 países, contra las 125 millones de hectáreas de 2008. Son tan auspiciosos los avances, que se espera sembrar maíz tolerante a la sequía en áreas marginales desérticas de los Estados Unidos en 2012 y en África subsahariana en 2017.

El cultivo transgénico atenderá a la mayor demanda alimenticia de la humanidad y Argentina no debe perder el ritmo de la historia.