El 6 de septiembre de 1930 se inicia en el país un período marcado por la irrupción del autoritarismo. El golpe de Estado que derroca al presidente Hipólito Yrigoyen inaugura en la historia Argentina la época del golpismo político a los gobiernos democráticos.
El derrocamiento de Yrigoyen significó el retorno a las viejas prácticas del fraude electoral, a la corrupción y los negociados. Por esta razón, este período de la historia argentina (1930 -1943) se conoció con el nombre de Década Infame, aunque en realidad duró 14 años.
En esta época se observa en la población un creciente descreimiento en la democracia y en sus instituciones. Al igual que en Europa ciertos sectores políticos y de las fuerzas armadas vieron con desconfianza al sistema democrático porque creían que no seria capaz de contener a la sociedad y mantener el orden. Las elecciones de 1931 y 1937 estuvieron signadas por toda toda clase de irregularidades. En los comicios de 1931 sus candidatos, los radicales directamente se abstuvieron de participar. En 1937 los resultados se cambiaron en el correo.
Los presidentes que se sucedieron a lo largo de este período fueron: José Felix Uriburu (1930 – 1932); General Agustín P. Justo (1932 – 1938); Roberto M. Ortiz (1938 -1940) y Ramón Castillo (1940 – 1943).
La sucesión de gobiernos civiles y militares a partir de 1930, llevó a un camino complejo en el desarrollo de la historia nacional. Los enfrentamientos, las divisiones y las tensiones pasaron a ser corrientes en el manejo político. Luego del golpe de 1930, Uriburu no llegó a gobernar dos años completos. El período fue difícil, ya que Argentina sufría las consecuencias de la crisis económica de los Estados Unidos (1929).
Por otra parte, Uriburu pretendía llevar adelante un proyecto corporativo que incluía la reforma de la Constitución Nacional . Estas aspiraciones no tuvieron buena recepción y Uriburu fue perdiendo apoyos. Esta situación lo llevó a buscar una salida electoral que le permitiera retirarse de la presidencia.
La Concordancia (Unión de diversos sectores, como conservadores, socialistas independientes, disidentes radicales, entre otros) obtuvieron el triunfo en las elecciones de 1932. Este "’triunfo”, se alcanzó a través de la práctica del fraude electoral (no se respetaría la voluntad popular). A esta práctica se la denominó "’fraude patriótico”. De esta manera, se garantizaba que los gobiernos no cayeran en manos de la "’chusma radical”.
Los recién electos Agustín P. Justo (presidente) y Julio A. Roca (vicepresidente) representaban a los sectores conservadores y permitían el retorno al poder de los grupos que los habían controlado hasta antes de 1916.
El gobierno llevó cabo importantes medidas, especialmente en el área económica, como la firma del Pacto Roca-Runciman. Por otra parte, el rol del Estado se transforma y se torna mucho más activo e interventor.
Frente a la crisis el gobierno intenta que el Estado se convierta en una herramienta que permita la regulación de la economía.
Gracias a la práctica sistemática del "’fraude patriótico” en 1938 llega a la presidencia Roberto M. Ortíz, el ex radical antipersonalista y Ramón Castillo, conservador, como vicepresidente.
Es importante destacar que Ortíz, intentó generar un cambio en la práctica política de la época. A pesar de llegar al gobierno a través del fraude, una vez en él, se propuso combatirlo interviniendo las provincias en las que se produjeran elecciones corruptas. No obstante, su presidencia estuvo plagada de dificultades de salud (sufría diabetes muy aguda) se deterioró y debió tomar algunas licencias.
La situación internacional (II Guerra Mundial) influyó directamente en el desarrollo de la historia política y económica de la Argentina. La política exterior fue la neutralidad.
(*) Periodista y dirigente vecinal.