Si el dilema es la economía o la vida yo elijo la vida''. Fue la contundente definición del Presidente Fernández en un reportaje por radio Nacional el 23 de marzo de 2020. La pregunta obligada es: ¿qué vida señor Presidente? Porque aún dicha esta frase en el contexto de la pandemia, hay una verdad reafirmada: la vida es un valor clave de toda sociedad. Por eso mismo es un bien jurídico a proteger y un derecho fundante de los demás derechos. Ahora bien, por el impulso que se está dando al proyecto de legalización del aborto, todo indica que la vida inicial no estaría incluida. Tal vez sea porque los impulsores del proyecto del oficialismo nieguen vida humana al concebido en sus primeros estadíos de gestación. En ese caso, además de inoportuno, el proyecto sería, científicamente, erróneo. Porque la pregunta sobre el comienzo de la vida humana, debe responderse con evidencias científicas. No estamos frente a una cuestión cultural, de fe o basada en presunciones filosóficas. El viviente humano no es una entelequia, es una realidad. La Biología y Embriología Clínica demuestran claramente que "la vida humana comienza desde el instante mismo de la fecundación (Moore, Keith L. Embriología Clínica, Megraw-Hill Interamericana, Méjico 1995). En idéntico sentido se expresaron entre otros, Jean Rostand, premio Nobel de Biología y Jérôme Lejeune, para algunos, el padre de la genética moderna. Precisamente, la genética ha demostrado que el embrión humano es un individuo genéticamente independiente de su madre. Es un nuevo ser que se construye a sí mismo a instancias de su propio código genético. He aquí la mayor debilidad del argumento de que el aborto es expresión del derecho de la mujer. La mujer tiene libertad para decidir sobre su propio cuerpo, no sobre la vida de otro como es su hijo por nacer.

La pobreza reclama más compromiso y políticas públicas a favor de las dos vidas.

Pues bien, volvamos al interrogante inicial: ¿qué vida elige proteger, Señor Presidente? Algunos dirán, la de la madre embarazada que muere víctima de los abortos clandestinos. Pero ¿cuántas muertes maternas provoca realmente el aborto clandestino en la Argentina? Aunque en rigor de verdad, una sola mujer que muera en estas condiciones es ya en sí mismo una tragedia. 


Cualquiera que acceda a las páginas del Ministerio de Salud de la Nación podrá advertir que las principales causas de mortalidad materna están relacionadas con fallas en el sistema de salud e injusticias producto de las brechas regionales. Digamos las cosas por su nombre: las mata la pobreza y la desigualdad. En el año 2017, se produjeron 202 muertes de mujeres durante la gestación, el parto y el puerperio. El 60% se asoció con causas obstétricas directas, entre las cuales se destacan los trastornos hipertensivos y sepsis materna. Mientras que 1 de cada 7 muertes maternas estuvo asociada al aborto, sin especificar sí era clandestino o también incluía al aborto involuntario.


Las estadísticas también muestran las inequidades sociales por regiones y su incidencia en las defunciones maternas. La razón de mortalidad materna más elevada corresponde a la provincia de Formosa y supera en más de treinta veces a las tasas más bajas registradas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La maternidad de las mujeres más vulnerables sigue siendo una deuda social en la Argentina. ¿Se revertirá la situación de pobreza de tantas hermanas nuestras, sí se legaliza el aborto? La pobreza reclama más compromiso y políticas públicas a favor de las dos vidas.


Una atención especial merece el cuidado de la fragilidad de la vida en su etapa final. En entrevista dada a Jorge Fontevecchia para Perfil (12/4/2020), el Presidente sostuvo que "el mayor problema que tiene la economía es cómo administrarse ante la salud y eso porque la búsqueda de la eternidad es ínsita al hombre. Y ¿qué hace la medicina?, cada vez le da más recursos para seguir viviendo, provocando consecuencias económicas tremendas''. Dos minutos de una entrevista con final abierto.


¿Qué vida elige cuidar Señor Presidente? ¿De lograr la medicina que la persona viva más años: ¿se legalizará entonces la eutanasia para los ancianos? No es retórica. ¿Sí la vida inicial no vale, valdrá en la fase terminal? 

Por Miryan Andújar
Abogada, docente e investigadora
Instituto de Bioética de la UCCuyo