Las reservas de agua dulce del planeta están disminuyendo mucho más rápido de lo previsto por las investigaciones científicas, tanto en los cursos de superficie como en los acuíferos subterráneos, amenazando con una crisis que puede llegar al agotamiento del elemento vital si no se disponen de medidas destinadas al uso racional. Son numerosos los factores que inciden en el desabastecimiento, entre ellos las persistentes sequías originadas por el cambio climático, pero el mayor problema lo crean el usufructo descontrolado de la actividad económica y el aumento poblacional.

Tampoco se hacen previsiones estructurales frente a la escasez y, en ese sentido, San Juan ofrece un modelo de racionalidad al avanzar con la sistematización de su principal río donde se acaba de coronar la presa de Punta Negra, el tercer embalse entre Los Caracoles y Quebrada de Ullum, mientras se dan los primeros pasos hacia la ejecución del dique El Tambolar. Todas obras previstas para el riego y el consumo, pero también con el aprovechamiento de la generación eléctrica.

Pero estas infraestructuras indispensables para cubrir la demanda futura no son comunes en otros lugares y menos en las regiones más empobrecidas del mundo, o bien se opta por otras obras básicas, como las plantas de bombeo para extracción del agua subterránea. Pero un reciente estudio publicado por la NASA advierte que más de la mitad de los principales acuíferos subterráneos del mundo se están agotando a un ritmo crítico, de acuerdo a datos captados por los satélites. La investigación señala que 21 de las 37 mayores reservas subterráneas del planeta perdieron más agua de la que recibieron durante la década de observación, entre 2003 y 2013. Estos acuíferos subterráneos suministran el 35% del agua utilizada por los seres humanos, y dada la rapidez del consumo se necesita un esfuerzo global coordinado para determinar la cantidad que queda y establecer estrategias para contrarrestar la situación.

Los investigadores estadounidenses señalaron que las reservas en peor situación están en regiones pobres y muy pobladas como el Noroeste de la India, Pakistán y el Norte de África. Alertaron, además, que el cambio climático y el crecimiento de la población contribuirán a empeorar todavía más la situación de estos acuíferos subterráneos y por ello urgen decisiones políticas.