En nuestro país no se pueden concretar muchas aspiraciones porque la política ha hecho girar la mirada de la gente hacia lados opuestos debido a las asimetrías del poder. Frustrada por la ausencia del trabajo, esencial para el bienestar general, y necesidades básicas insatisfechas, la ciudadanía observa con descreimiento la realidad política nacional.

No tenemos alternancias políticas en el poder sino políticos que utilizan todos los medios para acceder a él. Las luchas para conquistar ese terreno son encarnizadas y una vez que se conquista no se quiere soltar. Esa es una vieja práctica, sólo que el ciudadano ha cambiado, sin que los políticos de siempre -de raza, dicen- hayan advertido por qué cambiaron, hacía dónde miran y qué quieren. El ciudadano de hoy se informa más y aunque no pueda participar en asuntos locales sabe medir las consecuencias de la política tomando como producto único lo que en realidad recibe la sociedad. No hay un espacio enorme entre las aspiraciones de la ciudadanía y los hechos políticos, un espacio que no se animan a recorrer fielmente quienes mandan.

El ciudadano no es complicado, quiere mejores servicios públicos, impuestos razonables y observar las obras que se hacen en bien de su comunidad. Son aspiraciones simples, pero se frustran por las impericias, el clientelismo y las promesas desmesuradas e irrealizables. En un análisis más subjetivo se podría detener en que no hay una relación entre lo que se dice, lo que se hace y lo que se debería hacer. Es decir por ganar escalones políticos no se respetan los límites de los hechos ni la verdad. La palabra es la que da sentido de justicia a la realidad, pero ni los que mandan ni los que quieren mandar se detienen en ella como en el instrumento que permite la comunicación y la integración de los grupos.

Los ciudadanos seguirán demandando para cubrir las necesidades de la comunidad y el político difícilmente cambie su rumbo sobre todo si le sigue dando buenos resultados. No se advierte que las cosas puedan cambiar al menos que se diversifique la oferta comicial y los votantes tengan más opciones. Y, tener más opciones significa que haya nuevas propuestas, que efectivamente resuelvan sus necesidades.

Sería necesario acortar el camino que existe entre las necesidades reales de los ciudadanos y la actividad política o, mejor, sincerarla de manera que todos se sientan favorecidos. Las demandas ciudadanas son las que cubren necesidades y permiten aspirar a mejores cosas para todos.