La flexibilización del régimen cubano, enmarcada en una serie de reformas políticas y económicas a partir de la administración de Raúl Castro, llega ahora al deporte, una actividad altamente calificada por la revolución con figuras que se han destacado en el mundo en distintas disciplinas, pero con un severo control gubernamental. Los deportistas de Cuba pasaron a ser patrimonio del Estado desde que el castrismo abolió en 1962 el deporte rentado, por lo que sus atletas y jugadores no pueden ser profesionales ni, mucho menos, ser fichados en equipos extranjeros. Por eso se volvió habitual que figuras de élite desertaran durante sus viajes al exterior por algún torneo mundial, a fin de encontrar un futuro mejor, a pesar de la vigilancia política que acompaña a las delegaciones.

Ahora hay un giro trascendente, revelado por el diario oficial Gramma, al implementarse una reforma de los próximos meses, con el propósito de "’generar fuentes de ingresos” e "’incrementar los salarios de manera gradual”, lo cual autoriza a los deportistas de alto rendimiento a enrolarse en ligas extranjeras. Este beneficio también alcanza a entrenadores y otros especialistas del deporte, con una cláusula que garantice el retorno a Cuba para integrarse a las competencias fundamentales donde el país se encuentre representado.

Antes de esta apertura histórica, adelantada por la publicación oficial, las autoridades de la isla sorprendieron hace unos meses al autorizar los fichajes puntuales de tres beisbolistas cubanos en el equipo profesional mexicano "’Piratas de Campeche”, con el doble fin de mejorarle los ingresos -que en alto porcentaje los recibe el gobierno- y darles mejores condiciones competitivas.