Las alteraciones climáticas, potenciadas por el calentamiento global, con consecuencias trágicas como las lluvias que ocasionaron inundaciones en las ciudades de Buenos Aires y La Plata, crecerán con mayor impacto, según los investigadores. Frente a la magnitud de los eventos destructivos, sólo queda la prevención para salvar vidas y evitar grandes daños materiales.
En ese sentido Estados Unidos inició las medidas tendientes a soportar la próxima temporada de huracanes que se extenderá de junio a noviembre. Los científicos estiman que de las 18 tormentas tropicales pronosticadas, cuatro serán grandes huracanes con vientos de 178 km por hora y llegarán a las costas norteamericanas tras adquirir fuerza en las aguas cálidas del Atlántico. Los estudios de la Universidad de Colorado, estiman una posibilidad del 72% de que un gran huracán golpee la costa Este de EEUU en los próximos meses, en comparación con un promedio histórico del 52% en la zona.
Las violentas tormentas esta vez no tendrán el freno natural de las décadas anteriores, caso del fenómeno de El Niño del que hay pocas expectativas sobre su presencia en el verano y otoño boreal, con ciclos de 4 a 12 años -como ocurre en nuestras latitudes-, donde en el hemisferio norte crea la denominada cizalladura del viento, que hace de amortiguador de las tormentas que se puedan convertir en huracanes en la cuenca del Atlántico y el Caribe. El último huracán, el "Sandy”, causó más de 200 muertos y pérdidas por más de 71.000 millones de dólares en Nueva York y Nueva Jersey. Capitalizar experiencias de naciones avanzadas es fundamental para evitar que la imprevisión no agrave las contingencias climáticas en nuestro país.