Varios centenares de ejemplares de aguaribay, que fueron plantados hace un par de años sobre la Ruta Nacional 141, camino a la Difunta Correa, están sucumbiendo ante la falta de agua y el cuidado que requieren en sus primeros tiempos. La escasez de lluvias y la carencia de un plan de riego que contemple la posibilidad de llegar con una cuota mínima de agua en forma periódica, ha comenzado a dejar sus huellas en árboles que están en pleno desarrollo, algunos de los cuales será muy difícil recuperar.
Estos ejemplares también están siendo víctima de la gente que acampa a los costados de la ruta y utiliza las estacas o tutores para quemarlos, dentro de la práctica de encender fuego. Esa misma gente es la que también permite que los arbolitos sean dañados, en vez de protegerlos como se debería haber inculcado, especialmente a los niños a quienes generalmente se los culpa del deterioro.
Los organismos correspondientes, la Secretaría de Medio Ambiente o Vialidad Nacional, deben evaluar la situación e implementar, lo más urgente posible, algún plan de salvataje antes que los ejemplares sigan condenados a desaparecer por la desidia.