Por el Dr. Mario Alfredo Luna y Fabián Alberto Nuñez
Expresidente y ex asesor del Concejo Deliberante de Jáchal, respectivamente.
Es pertinente proyectar algunos ejes que permitan extraer conclusiones sobre la relación de la globalización como característica dominante de la realidad mundial, y el perentorio tema de la desigualdad en la distribución de los ingresos. Desplegando tal eje conceptual, por ser el más estructural y a la vez el más desafiante en términos de las percepciones que puede irradiar, aseveramos la siguiente proposición empírica: la globalización ha generado mayor igualdad entre países pero más desigualdad entre las personas. Esta herramienta conceptual de indagación indica que la mayor igualdad se ha verificado entre los países en la medida en que estos se han ido incorporando y alcanzando los estándares propios del desarrollo general del capitalismo mundial.
Esto significa que el modo de producción de bienes y servicios se ha mundializado por el fenómeno de la globalización, el que ha ocasionando un proceso de convergencia, similitud o igualdad, a partir de los patrones comunes del desarrollo del proceso capitalista. Un hito fundacional y destacado de esa igualdad de los países ocurrió en la historia de la humanidad, cuando se observó, el tránsito de las sociedades preindustriales a industriales. Por ejemplo, el uso del insumo energético petróleo, lleva al desarrollo de un parque automotor basado en tal combustible, esquema al que ningún país puede escaparle, pues, es un constituyente del modo de desarrollo petro-energético. Entonces, en todos los países se verifica una igualdad en la existencia de este tipo de modalidad de prestación de transporte que se universaliza. Otro ejemplo es el uso de los servicios de digitalización bancaria, comercial, financiera, etc., en tanto, esto implica que no hay país que no tenga estas formaciones sociales por fuera de esta modalidad de gestión que se basan en el modelo de las tecnologías de la información y la comunicación informática. Esto demuestra una conclusión elemental y fácil de convenir, consistente, en que a cualquier país del planeta al que viajemos nos encontraremos con que se ha verificado una igualdad por convergencia basado en estos patrones generales del modo de producción progresista del capitalismo. Pero esta igualdad macroeconómica de los países por convergencia escalonada, no significa que las personas de la comunidad civil nacional hayan experimentado una mayor igualdad de ingresos, pues, se han conocido estadísticas de organismos mundiales serios, que indican que el 1% de la población concentra el 40% del ingreso mundial. Como vemos el contraste entre países y personas analizados a la luz del vector de la igualdad no corre parejo, sino que se disyunta.
Lo positivo de este enfoque cruzado de dilemas es que la mayor desigualdad no sólo se verifica en países subdesarrollados, sino que se verifica hacia adentro de cada población de los países que lideran el desarrollo. Es decir, hay una desigualdad horizontal inter-países medido por persona, sean subdesarrollados o no. Esta situación de desigualdad se ha verificado inclusive por datos objetivos de cobertura de alimentos y salud que alcanzan a 49 millones de personas en EEUU.
En 2014, la Oficina de Censos de los EEUU publicó cifras según las cuales el 34,5% de la población sobrevive con ayudas gubernamentales que incluyen cupones para la adquisición de alimentos y tarjetas de salud elementales.
