El término ostracismo, utilizado tan habitualmente en nuestro pasado, fue empleado en su origen en la historia de la Antigüedad Clásica, especialmente en la de los atenienses. Hace referencia al destierro o apartamiento de alguna persona de la función o de la vida pública, exilio que puede ser forzoso o voluntario. Hay en nuestra historia cantidad de ellos, pero seguramente el más emblemático fue el que protagonizó nuestro Libertador, tanto por su sentido como por su amplitud.

El mismo Domingo F. Sarmiento, viviendo una situación semejante allende de los Andes, lo llamó "’el primer exiliado”. La decisión del General José de San Martín de retirarse del escenario americano, luego de haber cumplido heroicamente con sus propósitos en favor de la libertad, fue categórica y bien pensada, lo mismo que su resistencia a participar de las luchas intestinas de sus compatriotas. Estas decisiones jamás tuvieron cavilación alguna, excepto que la causa de la "’Patria Grande”, requiriera nuevamente sus servicios o que se apaciguaran las luchas entre los hermanos de su tierra.

Este exilio en realidad se inició cuando nuestro héroe era joven aún, en 1822, con solo 44 años, y se entremezcla con situaciones tristes e injustas. Fue el 12 de octubre del año señalado cuando llegó a Valparaíso proveniente del Perú, portando un ligero equipaje, algo de dinero y como únicos trofeos el estandarte de Pizarro y el tintero de la Inquisición. Luego pasa a Santiago, para finalmente trasponer la cordillera y llegar a su amada tierra cuyana.

En Mendoza pernoctó unos días en su chacra en Los Barriales, para luego partir rumbo a Buenos Aires. Lo hace con ciertas preocupaciones, pues la feroz lucha interna que se ha desatado, lo hace blanco de las más injustas acusaciones. Tiene que soportar la prematura muerte de su esposa, para finalmente recoger a su hija Merceditas de la casa de su abuela.

En febrero de 1824 se embarcó rumbo a Europa, llegando al puerto francés de Havre a fines de abril. Todo ese año lo dedicó a viajar, para posteriormente llegar a Bruselas. Constantemente mantiene una fluida correspondencia con sus antiguos camaradas de armas, preocupado por la situación de su patria. Un alto en esta proscripción lo constituyó su corta venida al Plata, motivada por la guerra con Brasil. Llegó a la ensenada de Bs As en febrero de 1829, pero ya la guerra había concluido. El fusilamiento del gobernador Dorrego, lo hizo desistir de desembarcar, para finalmente dirigirse a Montevideo.

En esta capital los unitarios enviaron una delegación para persuadirlo de aceptar el comando militar y político del país, negándose terminantemente. Luego, emprendería nuevamente el viaje a Europa, que esta vez sería sin retorno.

(*) Magíster en Historia.