La providencial intervención de un soldado argentino significó para nuestra historia que San Martín lograse el trascendental objetivo de libertar América. De Juan Bautista Cabral es poco lo que se conoce. Nació en Saladas, Corrientes, localidad que hoy lleva su nombre, y que era hijo de José Jacinto Cabral, un indígena guaraní y la esclava de origen angolana Carmen Robledo, ambos al servicio del estanciero Luis Cabral.

El 3 de noviembre de 1812, integrando el contingente de 72 correntinos, se embarca en la "Pura y Limpia Concepción” del patrón Pastor Pérez. Al mando del Teniente de Milicias de Voluntarios de Caballería Don Juan Bautista Parret y Figueroa; emplearon 4 días de viaje. Desde Santa Fe continúan su itinerario a caballo, arribando a Buenos Aires, 50 hombres que llegan al Cuartel del Retiro, el 19 de noviembre. Esa es la fecha de incorporación de Juan Bautista Cabral al Regimiento de Granaderos. Inmediatamente fueron sometidos a instrucción militar. El 29 de diciembre, el soldado ingresa al Hospital de Hombres de la Residencia de los Betlehemitas y permanece internado hasta el 3 de enero, sin que se consigne en los registros del hospital el carácter de su dolencia. Se reintegra al escuadrón del Regimiento.

A la fecha de su incorporación en 1812 al segundo escuadrón de los recién creados Granaderos contaba con unos 23 años. Su diligencia y capacidad de mando le granjearon galones de cabo para diciembre de ese año y de sargento al siguiente. Independientemente de su grado, su acción crucial tuvo lugar a poco de comenzada la batalla de San Lorenzo (única batalla que libró San Martín en territorio argentino).

Una bala de cañón hace impacto en el caballo de San Martín. El animal se para de manos con la cabeza torcida buscando el vacío. El caballo cae muerto y aplasta con su cuerpo la pierna derecha del coronel patriota. Un realista cumple la orden de su jefe y endereza su bayoneta hacia la espalda de San Martín. El Granadero Juan Bautista Baigorria se adelanta en defensa de su jefe y consigue hundir su lanza en el cuerpo del español que carga la bayoneta. Cabral se arroja del caballo al ver a su jefe en tan difícil situación. Un balazo detiene su carrera, se ladea como para no caer, lentamente vuelve a recuperar la vertical y reanuda la carrera hacia su jefe. Fluye la sangre, más el joven correntino sólo desea llegar hasta San Martín para cubrirle la espalda. Se relata también que San Martín fue herido en la mejilla, a pesar de que éste tenía una cicatriz no es seguro de que fuera de esa batalla. Con todo, Cabral resultó gravemente herido en la acción, si bien no murió en el campo de batalla sino en el refectorio del vecino convento de San Lorenzo, utilizado como hospital de campaña tras el enfrentamiento.

(*) Pedagogo, filósofo, escritor.