Después de 15 años de una sequía devastadora, los embalses en Chile se están secando, poniendo en peligro el acceso al agua potable en la nación andina.

El embalse de Cogotí, en la región de Coquimbo en el norte de Chile, una cuenca con una capacidad de 150 millones de metros cúbicos, se ha agotado por completo a medida que el verano del hemisferio sur llega a su fin.

“Muy difícil, muy crítico está. Ojalá que Dios se acuerde de los pobres del campo y del criancero”, dijo Heriberto Pérez, un residente local que cría ganado caprino en la región y sufre por la poca agua que hay para sus animales.

“Todos necesitamos un poco de “agüita, …¿no es cierto?”, agregó.

La sequía histórica ha impactado casi todos los aspectos de la vida en el mayor productor global de cobre, desde la producción minera hasta las áreas verdes de la capital.

La organización no gubernamental Instituto de Recursos Mundiales clasifica a Chile como uno de los países con mayor estrés hídrico del mundo y que corre el riesgo de quedarse sin suministro de agua para 2040.

Si bien las lluvias ayudaron a reponer algunos embalses en el centro y sur de Chile el invierno pasado, el norte permaneció seco, agotando los embalses en toda la región.

“En nuestra zona no ha llovido, ya hace años que viene lloviendo muy poco”, dijo René Carvajal, presidente de un comité local de agua potable rural en Coquimbo.

En un año reciente sólo llovió 15 milímetros y el año pasado no hubo nieve en las cumbres de la Cordillera de los Andes en la zona.

> Energía solar para controlar tráfico aéreo

La francesa Thales prevé abrir en abril la primera estación de control de tráfico aéreo del mundo totalmente alimentada con energía renovable en el desierto de Atacama, Chile, y está interesada en desarrollar proyectos renovables en otras áreas sin red eléctrica, dijo un ejecutivo de alto rango.

La estación, ubicada en la ciudad de Calama en el norte del país andino, será utilizada por la autoridad de aviación civil, DGAC, y estará alimentada por 340 paneles solares y baterías adyacentes colocadas bajo la abundante luz solar del lugar.

“Nuestro equipo en Brasil ya había estado trabajando en desarrollos tecnológicos basados en fuentes de energía alternativas durante algunos años, por lo que decidimos asumir este desafío”, dijo el director general de Thales en Brasil, Luciano Macaferri. “Nadie había fabricado nunca un radar 100% independiente de la red eléctrica”, añadió. Los radares que se utilizarán para el control de aviación consumen alrededor de un megavatio de energía por hora. El contrato del proyecto se firmó en 2021 después de que la DGAC solicitara propuestas para el control del tráfico aéreo en la zona desértica, dijo Macaferri. “Tuvimos que construir dos puentes para trasladar el equipo hasta allí”, señaló. “Y mientras preparábamos el lugar, encontramos algunos artefactos arqueológicos. Así que nos pusimos en contacto con grupos indígenas locales y demarcaron parte del área”.

 

Por Rodrigo Gutiérrez y Alexander Villegas
Agencia Reuters