Si bien la devoción a San Bárbara esta inscripta en el calendario litúrgico formal, su culto o festividad se imbuye de los rasgos culturales del sitio donde se realiza, es decir que se condensa con la propia experiencia cultural de la comunidad.
El caso de la fiesta que se efectúa a esta advocación en la localidad jachallera de Mogna es emblemático y confirma este postulado. Hay que decir primeramente que esta devoción es obviamente una veneración a un santo, pero también que esta palabra ostenta de un significado no tan escueto como se cree. De acuerdo a los principios teóricos de la religiosidad popular se denomina santo no sólo a quien es objeto de devoción para que de alguna manera interceda ante el Supremo; además y conjuntamente recibe este atributo su imagen o representación simbólica. Esta última consideración tiene múltiples significados y se revela con creces en las variadas actitudes piadosas que manifiestan los creyentes hacia la imagen de bulto de Santa Bárbara a la cual humanizan. Igualmente una característica esencial de esta festividad moquinera es que se desarrolla en un ámbito geográfico desértico y lejano a la ciudad. De esto se desprenden varias connotaciones religiosas y sociales que se relacionan con palabras claves expuestas por el antropólogo Manuel Marzal: la fiesta, la peregrinación, la promesa, el milagro y el castigo.
Si bien la fiesta patronal a Santa Bárbara desde su origen tuvo la función religiosa de rendirle culto, también tiene una faceta social en la que se manifiestan los variados rasgos de la cultura sanjuanina, desde nuestra gastronomía hasta el cancionero tradicional.
La peregrinación que consta esta festividad refleja una herencia esencialmente española, pero imbuida de múltiples elementos de una religiosidad inherente a nuestra cultura, sea acceder al templo a través de un camino riguroso, lo que implica sacrificio y aparte soportar las altas temperaturas reinantes o el esfuerzo tremendo que hacen aquellos solitarios peregrinos o agrupaciones gauchas de marchar a caballo durante varias jornadas.
En cuanto a la promesa, el milagro y el castigo, son conceptos íntimamente ligados. Las promesas están relacionadas a la obtención de favores que se solicitan e implican un sacrificio en la vida habitual del devoto. Es común decir a los creyentes en Santa Bárbara que "en la fiesta grande se pide y en la chica se agradece". El milagro se refiere a las posibilidades reales del devoto de superar ciertas contingencias de su vida cotidiana. En cuanto al castigo es interpretado, paradójicamente, cuando el santo deja de ser un simple favorecedor del devoto, para convertirse en un "amigo" inexorable y celoso que no "soporta", el olvido de una promesa o de una ofrenda.