Cristo negro, en Jáchal.


Para el catolicismo, la Semana Santa representa, en el año litúrgico, uno de los más importantes eventos sacros. En Latinoamérica una de las formas de exteriorizar este tiempo, es a través de la devoción a los Cristos, o a los "Santos Cristos'' representados en una copiosa imaginería religiosa colonial. Es de destacar la cantidad de "Cristos'' venerados en Perú, como el Señor Cautivo de Ayabaca, en Piura, o el Señor de la Soledad en Huaras. Históricamente si no referimos a nuestra tierra argentina, durante el Siglo XIX, se iniciaba con los festejos de carnaval, el cual se inspiraba en raíces prehispánicas. Cuando llegaba el Domingo de Ramos la comunidad se aprestaba a vivirlo de una manera particular. Las familias guardaban cuidadosamente los ramos de olivos a los que consideraban objetos mágicos para protegerse de maleficios y enfermedades. Luego sucedían los restantes días. En Santiago del Estero, por ejemplo, tenía relevancia el Miércoles Santo, jornada en que se realizaba la "Procesión del Amo Jesús'', con el "encuentro'' de otras imágenes sagradas, representando gestos y abrazos que provocaban emoción en la gente. La folcloróloga Isabel Aretz expresa que otras ceremonias típicas de la zona fueron el "Velorio de Jesús'', ritual de antigua data al que asistían los creyentes rezando devotamente. A estas se sumaban otras, tales como "La Vía Sacra'' los viernes de Cuaresma, "La Vía Dolorosa'' el sábado de Cuaresma, "El Velorio del Calvario'' el Jueves Santo, "La Procesión del Señor'' el Viernes Santo, para concluir con "La Fiesta de la Resurrección''. Todos estos actos litúrgicos eran organizados por los llamados "oficiales laicos'' pues por la distancia y lo recóndito de la región no existían clérigos. Por otra parte el investigador Alfonso Carrizo manifiesta que una parte importante de las celebraciones de Semana Santa estaba constituida por los cantos, la música y los textos que se coreaban en la ocasión. Algunos de ellos eran alabanzas cantadas en quechua, otras eran coplas llamadas saetas, estrofas proverbiales y morales que fueron instituidas por los primeros misioneros que arribaron a la región. Además de estos cantos se solían efectuar grandes ferias donde se exhibían y vendían productos locales, siendo las más concurridas las realizadas en la actual provincia de Jujuy. Asimismo se organizaron muestras comerciales en la Puna, destacándose la realizada en la localidad de Yavi, que comenzaba el Domingo de Ramos y se prolongaba días después de la Pascua. En general estas características culturales continúan perviviendo en el bagaje religioso del Noroeste argentino. En cuanto a San Juan, uno de los tantos sitios emblemáticos de antigua data, es la devoción, en Jáchal, que es objeto el "Cristo Negro'' (foto), imagen que fue traída de Potosí en el siglo XVIII. Su imagen aviva en los devotos las más encontradas emociones acerca del misterio de su Pasión. Otro sitio que en otrora se vinculaba a Semana Santa y también al "día de las animas'', fue el "campo de batalla'', lugar donde tuvo lugar la batalla de Angaco, en 1841. Cuenta Augusto Landa, esto es en 1941 centenario de la contienda, que increíblemente en este punto la gente encendía cantidad de velas, como un acto piadoso. Aún en ese tiempo, la memoria colectiva preservaba aquel hecho luctuoso, que produjo cantidad de muertes, rindiéndoles una especie de tributo sacro - ritual.

Por Edmundo Jorge Delgado
Profesor - Magister en Historia