La veneración a San Cayetano es una de las más populares de nuestro país, que año a año -en el mes de agosto- convoca a miles de devotos quienes piadosamente le piden pan y trabajo. Devoción de origen italiano, más puntualmente de Venecia, fue traída a nuestra tierra por laboriosos inmigrantes de este país.
Rastrear el culto institucionalizado a San Cayetano en Buenos Aires ha sido para los historiadores una tarea difícil, ya que las fuentes no son ni numerosas ni exactas; sin embargo todos los estudios realizados vinculan su origen con la figura de doña Mercedes Córdoba, quien en 1830 donó los terrenos situados en Liniers, donde después se erigirían la casa de las hermanas del Divino Salvador, el colegio y la capilla dedicada al santo. Luego, en 1912, el arzobispo de Buenos Aires Monseñor Espinosa, elevó la capilla a la categoría de parroquia. Durante la década del treinta comenzaron a perfilarse los contornos de una veneración que, alcanzaría años más tarde, el perfil de un culto popular, congregando a miles de devotos. Indudablemente que en este hecho tuvo que ver la aguda crisis mundial de 1929-1930, irradiándose su piedad al resto del país a partir de 1940. En relación a este punto el estudioso del tema Aldo Büntig apunta que: "’en la década del "40 la devoción se expande y la difusión, curiosamente, se hace sobre todo a través del mensaje pasado verbalmente de persona a persona: se exalta su capacidad taumatúrgica frente a hechos-trabajo, pan, salud…profundamente sentidos a nivel popular…”.
En San Juan su religiosidad llegó como tantas devociones a manera de un culto domestico o familiar, surgiendo luego las capillas. Su religiosidad desde hace muchos años es importantísima existiendo numerosos templos donde se lo reverencia, pero sin duda, el más concurrido es el del Barrio Parque Industrial, en Chimbas, inaugurado en 1988, gestión en la que estuvo presente el accionar del recordado padre Ricardo Báez Laspiur.
La festividad en este santuario, año tras años convoca a mayor cantidad de creyentes, llegando a sumarse más de cuatro mil. Es una fiesta religiosa constituida por la novena, diversas misas, bautismos y la multitudinaria procesión. Igualmente no faltan los puestos de ventas y santerías. El amanecer del día 7 se inicia con una salva de bombas y luego devienen los actos litúrgicos. Por la tarde se destaca la presencia de la Banda de Música del RIM 22, la cual entona marchas militares y el Himno Nacional.
La procesión recorre las principales calles del barrio, y del Lote Hogar Nº 38. La columna de gente camina lentamente por las pedregosas calles, típicas de la geografía chimbera. Asisten autoridades municipales y eclesiásticas. Son dos las imágenes de San Cayetano las que participan: una pertenece a la capilla y la otra es "’una imagen barrial”. También es habitual que se lleve en andas la efigie de la Virgen de Copacabana. Gente de todas las edades y sexo, perteneciente en general a estratos sociales pobres, piadosamente rezan y cantan, pidiendo favores por el trabajo. Luego de la procesión se oficia la última misa, en la cual se realiza la bendición de imágenes, junto a las tradicionales espigas y panes.
(*) Magister en Historia.