"¿Qué va a hacer ahora? Porque va a tener que conducir la reconstrucción del peronismo...", le preguntó el

periodista Ernesto Tenembaum al gobernador Sergio Uñac esta semana en una entrevista radial. Marcelo Longobardi, Diego Leuco y Pablo Rossi, entre otros, le pidieron más o menos la misma definición. También los diarios La Nación, Clarín, Página 12 y el Cronista Comercial, entre otros, reflejaron la posibilidad del pocitano de conducir este "nuevo" peronismo. Tal vez la respuesta más tajante se la dio Uñac a una compañera del joven Leuco, quien le preguntó de manera muy directa si él se veía "... liderando un proceso de reorganización del peronismo a nivel nacional...". "No", respondió sin vueltas Uñac. En todas las entrevistas dijo algo parecido. Uñac se dedicó esta semana a pinchar los globos de aquellos que empezaron a frotarse las manos después del resultado de las elecciones sanjuaninas del domingo pasado, y la sequía de aquellos que se habían probado el saco antes de llegar a la talla. Pero ojo, porque pueden estar mirando solamente el árbol: en el peronismo no hay nada que festejar, porque si el macrismo sigue creciendo de la manera que lo está haciendo y el peronismo sigue dividiéndose como hasta ahora, para el 2019 el PJ volverá a perder, y vaya uno a saber qué pasará dentro de otros cuatro años, porque a Mauricio Macri, se ve, le está agarrando el gustito al poder político. Del otro lado, en Cambiemos San Juan, el gran dilema lo firmó Roberto Basualdo al renunciar antes de tiempo a una candidatura a gobernador. El plan "Gobernador Marcelo Orrego e Intendente Rodolfo Colombo", está en marcha y no descartan nada, incluso la estrategia basualdista de la doble candidatura que patentó el propio Basualdo en 2011.


Gambeta pocitana


El peronismo nacional se está acostumbrando a perder, que es lo más complicado que les puede pasar. Cristina Fernández, por ejemplo, festejó el domingo su tercera derrota al hilo y nadie le reclamó nada. Nadie lo hizo porque a casi todos les fue peor. Los gobernadores que sacaron la cabeza como Juan Manuel Urtubey (Salta), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Sergio Casas (La Rioja), recibieron un golpe tan fuerte que hasta les destruyó la capacidad de superar crisis. Urtubey hizo renunciar a todo su gabinete, como si la culpa fuera de la gestión y no de él, que no supo manejar la interna peronista en su provincia. Renunció a la presidencia del PJ y obligó a su gente a no aceptársela, una jugada tan vieja como la política misma. No tuvo ni siquiera la capacidad de fabricar una salida elegante a esa crisis que ahora lo acompañará un tiempo más. Locura total. Gran decepción. Si no controlaba la interna que amagó armarle José Luis Gioja, Uñac pudo haber sufrido el mismo problema que Urtubey. Uñac ganó la elección el día que Gioja anunció que se bajaba de la candidatura por pedido del pocitanio. Virtud de Uñac, y también en algún punto del propio Gioja. En definitiva, el peronismo nacional parece que ya no es el gran ordenador de la política Argentina, y este nuevo mapa va a perdurar probablemente una o dos elecciones más. Uñac lo sabe, y por eso dijo "No", que es lo más inteligente que ha hecho, probablemente, en toda su carrera política.

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La complicaron


El caso de los macristas en San Juan es algo extraño. Han crecido en votos, porque el histórico de Basualdo va en ascenso, muy poco, pero por ahí va. Como nunca en la historia, hoy están alineados con un Presidente que también va en ascenso, tienen un buen candidato para el municipio de la Capital, como es Rodolfo Colombo, y un posible candidato a gobernador que parte de una buena base de apoyo, como Marcelo Orrego. Desde afuera son todas ventajas, pero la complicaron. Basualdo se bajó y Orrego tiene dudas. Sin el senador como candidato a gobernador, hay que ver quién toma ese lugar. Orrego podría, pero sigue sin dar señales. En ese frente aseguran que por mejor imagen que tenga el actual intendente de Santa Lucía, no creen que sea suficiente para vencer a Uñac, y eso es lo que desanima al santaluceño. Como le pasa al peronismo con Macri, más o menos le ocurre a Cambiemos con Uñac en San Juan. Todos creen que 2019 hay reelección, tanto a nivel provincial como en el ámbito nacional, siempre y cuando no haya grandes catástrofes que modifiquen este escenario. Por eso quien vaya como candidato a gobernador de Cambiemos en la provincia tiene que ser alguien que le apunte a la elección de 2023, el que tenga tiempo de hacerlo. Basualdo ya fue candidato a gobernador y a diputado nacional a la vez, en 2011. ¿Será una locura volver a usar esas herramienta pero con otro nombre? A la luz de los hechos, no. ¿Cuál es la ventaja? Si fuese Orrego el que le ponga la firma a esa estrategia, la ventaja podría ser el espacio que logra para apuntalar a su hermano Juan José en un hipotético intento por retener Santa Lucía, provincializar mucho su figura, y convertirse en diputado nacional casi con seguridad, ya que es muy difícil que el oficialismo logre meter los tres. La jugada no es mala, pero es arriesgada, porque no son decisiones simpáticas para el público en general, y mucho menos en departamentos como el que hoy domina Orrego.

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Como quiera que sea, van a tener que buscar una solución, porque Basualdo les dejó un problemón. No hay muchos referentes más que estén en condiciones de asumir semejante responsabilidad. Eduardo Cáceres acaba de convertirse en diputado nacional por cuatro años más y no se lo ve muy entusiasmado con apostar nuevamente. Y después está Colombo, que espera que todos los espejitos de colores que le han vendido en el macrismo sean ciertos. De ser como le prometieron, va a ser una pelea interesante para 2019. Colombo aportó una buena porción de los votos de Cambiemos en Capital y es el único socio de ese frente, además de la UCR, que ha logrado un puesto de importancia en la administración pública nacional.

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Por ahora, el oficialismo sanjuanino parece tener el rumbo un poco más claro, pero falta una eternidad aún. Uñac tiene las chances que quiera, hay que ver si su partido le ayuda o no a futuro.

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