En el simple esbozo de la teoría que presentamos afirmamos concluyentemente que "Dios tiene la razón”. Frente a los tan variados intentos de la comunidad científica moderna, anterior a ella y coincidente con la visión contemporánea, la explicación sobre el origen del universo, la creación del mundo, la existencia del alma y el futuro de la raza humana son los temas cruciales que se muestran como determinantes para incrementar y explicar por el conocimiento científico y a través de sus teorías, los reales y verdaderos fundamentos del todo lo que nos rodea.

Primero la biología fue concluyente al afirmar la evolución de las especies y ahora la física en acuerdo absoluto parece llegar a sus propias afirmaciones sobre el origen mismo del cosmos. Innumerables y destacados científicos han terminado deslumbrando con sus admirables teorías acerca de los profundos cuestionamientos del hombre, sólo basta al respecto citar la pregunta para que inmediatamente por los actuales medios de información la respuesta esperada esté al instante.

En las últimas teorías Dios es innecesario y por lo tanto su existencia no es tal para explicar el origen del universo. De ello la Universidad de Cambridge y sus similares de Europa y hacia todo el mundo la noticia está llegando más allá de las críticas recibidas. Por lo tanto, el Universo, sería autosuficiente y sin principio ni fin. Dios no tiene espacio, ni siquiera su acción creadora. Sin embargo una importante contradicción se presenta en este postulado científico y es que del mismo se deduce que el universo evoluciona y no precisamente, como se dio origen. Si los astrofísicos, cosmólogos y cosmobiólogos incursionaron, definitivamente, en la filosofía cosmológica para ser tan concluyentes en sus afirmaciones es importante que la comunidad científica evalúe también axiomas de la misma consistencia y que es oportuno presentar.

Categóricamente afirmamos que "el origen del Universo no es la nada, pues ella no tiene movimiento alguno, no puede ocasionar, engendrar nada y menos aún algo como el Universo”. Afirmar además que el Universo no tiene principio ni fin, sólo en modelos matemáticos y no empíricos tiene cabida, como lo son hasta ahora la ley de la relatividad y aquellas referidas a la física cuántica o las que surjan de su combinación. Parecería que apartar a Dios como Ser, más allá de su demostración o no de su existencia, es la preocupación y determinismo planteado, pues no hay un propósito, todo es providencial y su fundamento reside en la casualidad misma.

Nuestra posición es que "Dios tiene la razón”. Independientemente de cualquier teoría que formulemos, aseveramos, de lo contrario tendríamos que afirmar que "el hombre tiene la razón”. Si este enunciado es absolutamente válido y probado nos vamos a detener en ello. Entonces si para todo hay un origen o un principio, es válido que los científicos cosmólogos actuales también afirmen que para todo no hay un origen o un principio, pues sería de esta forma "la primera afirmación que origina un planteo semejante” Indudablemente algo de racionalidad tiene una y otra visión.

Se sostiene que, "dado que existe una ley como la de la gravedad, el Universo pudo y se creó de la nada. La creación espontánea es la razón de que haya algo en lugar de nada, es la razón por la que existe el Universo, de que existamos” (Hawking), Sin embargo el garrafal error reviste carácter intencional pues su medida está en el absolutismo de la razón, una razón de la que cualquiera de nosotros y hasta el más ingenuo, participa. Frente a ello sustentamos la tesis de que "quien tiene la capacidad tiene la intención”. Si el mismo Universo y por su energía sustentable, pudo darse origen, de ello se desprende la plena capacidad de producción. En esta posición el ausente fundamental es la intención. La intención, afecta la energía misma y por consiguiente a la materia. El carácter intencional es el que gravita de manera estable y permanente como una constante es como su similar de la ley de gravitación universal, la propia ley de la creación de la cual el Creador Dios hizo partícipe al hombre y el que puede negar, afirmar, conocer o desconocer de propia voluntad y con sus propios postulados.

El principio de la intencionalidad adquiere hoy el principal motivo que da razón no sólo al hombre, sino que permite analógicamente incursionar por la razón de Dios. De todas formas, algo de "dios”, también tiene el hombre. Esta intencional forma de concebir y sostener no sólo el origen del Universo, sino también, la continuidad de la existencia del alma y otros tantos planteos relativos a la vida toman su fundamento en la "energía biointencional” un nuevo tipo de energía que vincula el porqué de la intención de Dios, con el porqué de la intención del hombre y la existencia del universo, materia de estudio y de reciente producción. En esta posición, no sólo en el espacio cósmico, el Universo tiene cabida sino que como ser existente Dios mismo, pues en definitiva la posibilidad de descubrir está en el hombre, no en Dios. Este es el propósito, este el designio.

(*) Filósofo, Pedagogo, Orientador educacional y Escritor.