El autismo es una enfermedad que lleva a las personas afectadas, al apartamiento anormal del mundo exterior. Se repliegan sobre su propio yo y elaboran un pensamiento interior que puede determinar un alejamiento de la realidad externa, con la aparición de simbolizaciones propias, cuyo sentido escapa a quienes los rodean.
Se trata de una discapacidad permanente del desarrollo que se manifiesta en los tres primeros años de edad y se deriva de un trastorno neurológico que afecta al funcionamiento del cerebro a niños con independencia de su sexo, raza o condición socioeconómica, y que se caracteriza por deficiencias en la interacción social, problemas en la comunicación verbal y no verbal y patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos y repetitivos.
La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 2 de abril como "Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo” para poner de relieve la necesidad de ayudar a mejorar las condiciones de vida de los niños y adultos que sufren este trastorno. Desde su descripción original por los psiquiatras austríacos Leo Kanner en 1943 y Hans Asperger en 1944, las interpretaciones sobre las causas de los trastornos del espectro autista (TEA), pasaron desde la inconsistente y dañina teoría de la culpabilización a los padres hasta las actualmente aceptadas bases neuropsicológicas, neurobiológicas y genéticas.
Hoy se estima que una de cada 120 personas padece autismo, con claro predominio en varones (4 a 1). Su reconocimiento temprano permitirá el comienzo de un abordaje terapéutico adecuado, la búsqueda de entidades médicas asociadas y un correcto asesoramiento genético. Signos orientadores pueden ser reconocidos a los 18 meses, pero si a ese tiempo un niño no señala lo que quiere, no dirige la mirada a lo que le es señalado, no ha desarrollado lenguaje, no tiene atención compartida, es decir, no se contacta visualmente compartiendo un juguete, parece sordo al ser llamado por su nombre o tiene escasa sonrisa social, debemos pensar que hay una disfunción en su desarrollo.
Las familias con chicos autistas requieren una mayor sensibilidad de la sociedad en apoyo de la lucha diaria para lograr una educación más inclusiva, y más recursos para avanzar en un diagnóstico cada vez más precoz, y así poder garantizar la atención temprana.