Si un discurso cualquiera logra construir -incluso con falsedades- un emisor válido y reconocido, convirtiéndose en un enunciador calificado que logra imponer un nuevo sistema de referencias, logrará mostrar una "parte de la verdad". Pero si, además, monopoliza el lenguaje de tal manera que coarta la posibilidad de que se expresen otras realidades, ocultando los verdaderos significados que contiene, no sólo se ha apropiado del discurso y sino que puede ganar la lucha por el "poder decir". Sin embargo todavía queda un último recurso de resistencia ante esto y reside en nosotros, como personas capaces de discernir y construir nuestro propio mensaje.
Los sanjuaninos, más allá de las convicciones políticas o ideológicas de cada uno, debemos hacer uso de tal capacidad y enfrentar, en conjunto, un tema que ha sido planteado sólo con opciones antagónicas: la minería, pues el primer objetivo es mantenernos enemistados para que hagamos justamente lo que ellos quieren: nada.
Se trata de frenar el equilibrio de poder socio-político-económico que al fin podría darse en Argentina luego de vagar sin rumbo entre dos posiciones geopolíticas.
Por un lado la llamada visión atlántica de Rivadavia y Mitre que propició una nación con un solo puerto de salida para todos los productos de un país con miles de km en extensión y en claro beneficio a los intereses de la pampa húmeda, y una red ferroviaria convergente hacia ese centro, por citar algunos de los muchos aspectos.
Esta versión sesgada de país dejó de lado la mirada de visionarios como San Martín que añoraban una nación integrada por varios centros interiores desarrollando sus potenciales autóctonos y aprovechando las posibilidades de ambos océanos, dentro de un gran estado sudamericano. Esta dicotomía todavía no está superada y los resabios de ese poder quieren mantener el status quo.
¿Hemos pensado que pasará si aquellos discursos logran hacerle creer a todo el país que toda nuestra actividad económica está contaminada? (¿O acaso durante mucho tiempo la gente no venía a San Juan por miedo a los terremotos, a raíz de versiones mal difundidas?).
Debemos construir nuestro propio mensaje para luchar por el poder decir. En ello nos va una oportunidad única, no para defender a una empresa minera, sino a una actividad económica que junto a otras contribuirá a restablecer el equilibrio.
