Mendoza ha dado un importante paso en favor de rescatar uno de los valores fundamentales que debe regir en el proceso de enseñanza-aprendizaje; el del necesario respeto entre padres y docentes, e incluso el personal no docentes de las escuelas, para evitar las agresiones tan frecuentes en los últimos tiempos.

Si bien los casos de los padres que agreden a los maestros es un fenómeno generalizado en el país, coincidente la declinación del nivel educativo, la violencia escolar en la provincia vecina, durante el último año ha ocasionado numerosos inconvenientes. La medida de sancionar a los padres agresivos con multas o la realización de trabajos comunitarios se implementó mediante una modificación al Código de Faltas mendocino, promovida por legisladores y el propio Poder Ejecutivo.

Establecer límites en una relación que muchas veces lleva a la exaltación de una de las partes, generalmente los padres, resulta de gran importancia para promover el ambiente ideal en el que se debe desarrollar la enseñanza.

En busca de solucionar otros focos de conflicto, la medida adoptada también prevé sanciones a los padres que en forma reiterada e injustificada omitan compromisos asumidos con las escuelas, como por ejemplo el horario de retiro de los alumnos luego de finalizada la jornada. Esta decisión no solo apunta a la relación padres-docentes, sino a otorgar mayor seguridad a los chicos, que en definitiva son el objeto de todas estas acciones.

Sin duda que estamos ante un avance en la mejora de las condiciones para impartir la educación, lo que demuestra que la optimización de este servicio puede alcanzarse solucionando de uno todos los problemas que atenta contra la enseñanza.